martes, 19 de mayo de 2015

Mucho por hacer. El verdadero pensamiento: las palabras.

Nos encontramos hoy en la plaza de Callao y tenemos ante los micrófonos de Aldeabitácora a una mujer que nos ha salido al paso para contestar a nuestras preguntas.
Pregunta. ¿Cuál es su nombre?
Respuesta. Me llamo Raquel.
P. ¿A qué se dedica, Raquel?
R. Soy taxista. Hoy libro y estoy por aquí para hacer unas compras.
P. ¿Su edad?
R. Cuarenta.
P. Entremos en materia. ¿Qué le dice el nombre de Rock Hudson?
R. Pues un actor americano.
P. ¿Sabe cómo murió?
R. Sí. Creo que murió de sida.
P. ¿Qué le parece que en un púlpito se acordaran de él, hace poco, para burlarse de su matrimonio y decir que por las noches salía a buscar presas?
R. ¡Pero si de eso hará un montón de años! Pues una falta de respeto. Además, lo de buscar presas, no sé, es juzgar a las personas. No suena bien.
P. Le voy a plantear a usted otra situación, a ver qué le parece.
R. ¿Del mismo púlpito? ¿En qué iglesia está?
P. Ja, ja. Lo del púlpito es en sentido figurado.
R. Vale. Dígame.
P. Imagínese una tertulia de estas, humorísticas. Y el que dirige el cotarro dice que si saben que tiene un blog de cocina, con recetas y tal. Les pregunta a los demás que si saben cómo se llama el blog. Naturalmente, le contestan a coro que no. Entonces él dice muy jocosamente: ¡maricoooón!
R. Pues no le veo la gracia. Seguro que ha sido en la telebasura.
P. No exactamente. ¿Sabe como reaccionaron los que escuchaban? Se lo voy a enseñar. Mire:

R. Y todo lo que me ha contado, ¿es verdad?
P. Se lo prometo.
R. Pues no es para felicitarles.
P. Desde luego que no. Si no le importa, vamos a preguntar a aquel joven que viene por allí. Muchas gracias, Raquel.

R. De nada. Adiós y suerte con la entrevista.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Num. 837 Fotografía 541


Los ojos vendados con tela negra, brazos y piernas gris claro, camiseta y pantalón corto grises también. Sujeto con anchas tiras de cuero gris a un sillón metálico gris oscuro. Dos sujetos de tez gris a la derecha de él observan el proceso; están trajeados de gris. Otro sujeto a su izquierda, de la misma guisa que los anteriores, y un cuarto con camiseta blanca y vaqueros grises.

Sobre la cabeza se puede ver un embudo ajustado perfectamente, gris como la goma ensartada en el pico del embudo y que llega a pocos centímetros de un sumidero gris metálico. Sobre el suelo, de un gris tan claro que se podría decir blanco, palabras negras, blancas, y de toda la gama de grises: ilusiones, creatividad, proyectos, trabajos, ideas, sensaciones, emociones, voluntad, certezas, confianza. Otro personaje de traje y corbata gris empuña un escobillón gris en actitud de empujar al sumidero las palabras que han quedado manchando el piso.

lunes, 20 de abril de 2015

Conocimiento y libertad

No lo recuerdo; pero, como en tantas otras cosas, me imagino que se llega a la comprensión de lo que significa la prostitución porque algún compañero lo explica, y habla de calles y de situaciones; o se deduce de lo visto en el cine y la televisión. Pudiera ser que se llegue al conocimiento por la curiosidad puesta en el significado de una “palabrota” tan fea, pero al alcance en cualquier simple diccionario, o en el interés por conocer el significado del grave insulto de desprecio superlativo. Más difícil de creer es que los padres y los educadores informaran de ello de la misma forma que lo hacen con otros aspectos de la vida. El caso es que el hecho de que existan relaciones sexuales mediante contraprestación económica no es algo que se haya podido ocultar y forma parte de las costumbres sociales.
Cuando se habla de legalización de la prostitución, más bien lo que se quiere decir es que dicha actividad deje de formar parte de la economía sumergida. La intención es perfectamente válida. El intercambio de bienes y servicios mediante la correspondiente remuneración debe ajustarse a la normativa fiscal. Que se consiga es otra cuestión. Se podrá tener mayor control en el caso de establecimientos dedicados a ello, con la emisión de las correspondientes facturas. Más difícil sería conseguirlo si el hecho económico se realiza en lugar privado, pongamos una vivienda, y como acto particular. Pero tendríamos la misma situación que cuando el fontanero no te hace factura. Tendrá que ser la inspección de Hacienda la que, basándose en signos externos o a través de denuncia, investigue la posibilidad de fraude. Siempre se puede hacer una campaña a través de los medios de comunicación.
Dentro de la libertad de las personas debe estar la de comerciar con su cuerpo, entendiendo que siempre existen muchos condicionantes y que nunca somos totalmente libres, en el sentido más filosófico. También en la prostitución hay clases y a pesar de la mala consideración que, en general, tiene esa actividad, si se  realiza en viviendas lujosas, se lleva a cabo por personas sofisticadas y el precio es alto, la persona que la ejerce puede llegar a estar bien considerada y ser influyente.
Aunque se lograse transformar la prostitución en una actividad controlada fiscalmente, siempre existirá la posibilidad de actuación para el crimen organizado y los explotadores de personas; por tanto habría que seguir luchando para eliminar esa forma de prostitución.
La necesidad económica, que puede incluir situaciones míseras, son un menoscabo de la libertad y por tanto el ejercicio de la prostitución no sería una situación aceptable para las personas que la ejercen. Los poderes públicos tienen la obligación de facilitar a la población una vida digna para que no tengan que recurrir a una forma de encontrar el sustento que les parezca degradante. En este caso, como en otros, disponer de unos recursos mínimos facilitados por la comunidad que permitan cubrir las principales necesidades  a todos los residentes de un país no sería más que un acto de justicia y de cohesión social.
Oscurantismo, represión e ignorancia facilitan una visión de la sexualidad negativa, produciendo, en muchas ocasiones, discriminación, relaciones de sometimiento y conductas inadaptadas que pueden atentar contra la integridad física y moral de las personas. La educación sexual es necesaria para conseguir relaciones de respeto, salud y felicidad.


viernes, 20 de marzo de 2015

Huesos y calaveras

¡Sosiego, caballeros! ¿Acaso no consuela  al deudo de la persona que pasó a mejor vida conservar un manojo de cabellos y ponerlo allá donde siempre presente esté y le vengan a las mientes su genio y su figura? ¿Agora  disputarán si obran bien, o es fechoría, descubrir mi osamenta, o lo que quede de ella, mostrarla y ponerla en admiración? No serán tenidos por mentecatos los que se empeñen en hallar esqueletos ilustres, pues a las creaturas de Dios, aqueste y al otro lado del mundo, les place sobremanera, y para mostrar reverencia, hacer acopio de huesos y calaveras.
 Catedrales, abadías, iglesias y conventos  atesoran toda suerte de restos de los que habitan el cielo; y acércanse  caballeros y damas, clérigos y hombres de armas, mozas y viejas, príncipes y jornaleros y póstranse y alzan plegarias delante de las reliquias. Y no es que me tenga yo  por igual que los santos y los mártires, ¡válame Jesucristo, Nuestro Señor!, que dejé el cuerpo mortal hace siglos, confesado y comulgado, ungido con los santos óleos al punto de expirar, con un brazo mudado en miembro inútil en la lid por la Cristiandad, bendecido por el favor de indulgencias obtenidas lo mesmo  por limosnas que por penitencias, y aún me hallo sin el gozo de la gloria junto a Dios Padre. Purgatorio debe ser donde me encuentro, aunque más conforme sería decir que es limbo porque no padezco ni me quemo ni me azotan ni en amargura me encuentro;  aunque, a decir verdad, tampoco me importuna pasión que valga tal nombre. Siglos son ya la espera;  mas en esta clase de anhelos el tiempo se trastoca y pareciera que llevo en capilla lo que se tarda en rezar un avemaría. No dispongo de entretenimiento, pero es menester decir que la imaginación sigue viva y puesto que El Ingenioso Manchego y su escudero y Dulcinea y los demás, a los que dejaré de nombrar por no cansar a vuestras mercedes, hijos míos son de mi discurrir, y tenemos a bien entre todos platicar y aunque mi pena, por ser tan gran pecador, se prolongare hasta el Juicio Final, tendré que dar razón de que en aqueste lugar mi alma no está tan mal.
Juzgaron vuestras mercedes mi vida y mis milagros, que así llamo yo a mis libros, y aunque soy melindroso con la fama que nunca procuré en demasía, pues pareciome un humilde servicio el escribir, por favorecer las buenas artes  de buena gana defiendo un monumento a mis huesos. Si ha de ser, que sea, con permiso de la Santa Madre Iglesia, ya que soy fiel devoto de la fe verdadera. Paréceme que no es necesario osar en extenderse, mas entiéndase la sencillez con la que viví a la hora de exponer lo que queda de mí y ni un maravedí de más se haya de gastar en ello, pues harto difícil es administrar con honradez  y equidad los dineros de la villa.
De aquesta manera, y pidiendo el perdón por la comparación con la morada del Señor, yo mesmo y todos los que a las letras nos dedicamos podremos gozar  de la gloria y ser tenidos por santos de la religión de las artes y como tales reverenciados, que ello no daña y puede trocarse en acto de justicia.
Otros con mi mismo oficio pudieran quedar en tumbas perdidas o inhumados en vergonzosa manera, sin nombre patente ni manifiesto;  pues búsquense y denles un buen fin a su historia tanto como pudieren.
De todo ello os ruego que me hagáis merced.


M.C.

viernes, 6 de marzo de 2015

The most important thing. Retratos de una huida. Sokol. ACNUR. CaixaForum

Están ahí para que tú los mires, y te miran de frente, en blanco y negro;  posaron para ello, en su campo de refugiados, al que llegaron tras ser amenazados allá donde vivían, en Mali, en la República Centroaficana, Sudán o  Siria. Ahora, desde el Kurdistán iraquí, desde Sudán del Sur, desde la Repúbica Democrática del Congo o desde Burkina Faso nos llegan sus imágenes; algunos de ellos con sus familias, o con lo que queda de ellas, y muestran, a veces como se muestran las ofrendas a los dioses, aquello que consideraron lo más importante para llevarse  al destierro.
Amenazas, crímenes sobre vecinos o familiares, destrucción de su casa, acoso sexual, miedo, dolor, espanto…
Coge lo imprescindible, organiza a tu familia, si no te vas en soledad, llévate algún alimento, si lo tienes, y huye. Mira por última vez antes de la partida y escoge algo que guardarás sagradamente porque recordará tu dignidad y te unirá a tus raíces.

Así, María, que con tus diez años caminaste descalza tres meses, contrajiste la malaria y estuviste sin comer diez días. Cuando saliste hacia Sudán del Sur te llevaste un bidón para agua, vacío, como objeto más preciado. Ahora tu fotografía me mira: tú sola y tu bidón.

Benjamin, cuarenta años, cargó con su máquina de coser hasta ponerse a salvo en el campo de refugiados; gracias a ello puede realizar algún trabajo en su tienda de campaña.

Jean Baptiste, enfermero de cuarenta y cinco años, muestra su carnet de identidad de la República Centroafricana. Derecho a ser refugiado.

Bonheur, con nueve años, no se llevó ningún objeto. Solo tiene su vida y a su familia.

Mariam Diallo abandonó Mali por amenazas debidas a su negativa a llevar pañuelo y nos enseña sus pendientes como objeto más preciado.

Omar Al-Bashir, que también huyó de Mali, muestra su reloj porque vivir sin tiempo es morir.

Omar Ag Chakude posa con turbante tuareg delante de su tienda, orgulloso de haberla transportado hasta el campo  de Burkina Faso.

  Abdau Ag Moussa, de 34 años, su moto le acompañó desde Mali y no se separa de ella.

May tiene ocho años, se encuentra en un campo de refugiados en el Kurdistán iraquí tras huir de Siria. Nos enseña las pulseras, aunque le hubiera gustado más llevarse su muñeca; con las prisas la dejó en casa.

Omar, de 37 años, hizo el mismo recorrido que May y se llevó su buzuq, para hacer música.

Iman, mujer de 25 años,  huyó de Alepo por acoso sexual. Su objeto más preciado es un libro desgastado de tanto uso; es un corán.

Alia es una mujer de 24 años ciega y dependiente de una silla de ruedas que huyó de Siria. Cuando le preguntaron por lo más preciado para ella respondió: el alma. ¿Y la silla de ruedas?, le dijeron. Contestó: “la silla de ruedas parece que es de mi cuerpo”.

Hassan no sabe la edad que tiene. Cree que puede estar entre 60 y 70. Huyó de Sudán salvando su billetera; la enseña completamente vacía. Dice que ahora es un indigente.

Ahmed, diez años, se ha fotografiado con su mono mascota.

Dowla, mujer de 22, se llevó un largo palo de madera. Con él y unas telas consiguió transportar a sus seis hijos, durante diez días, hasta Sudán del Sur.

Howard, 21 años, muestra su largo cuchillo shefe.

Jean, de 36, consiguió llevarse su red de pesca.

60 años tiene Homaia Ag Bara; consiguió llegar a Burkina Faso desde Mali con dos burros que le sirvieron para transportar a su esposa y cuatro hijos. Otros dos hijos no pudieron ir con ellos porque fueron asesinados.

Leila tiene nueve años, está en un campo de refugiados del Kurdistán iraquí y procede de Siria. Su objeto más preciado son unos pantalones vaqueros con una flor.

Daud Ag Ahmidou, tiene 45 años. Aparece en la fotografía con su almohada tuareg; dice que le une a sus antepasados y a sus tradiciones.

Fideline, de trece años, salió de la República Centroafricana y es muy aplicada. Se pudo llevar sus cuadernos y su bolígrafo.

Lucie tiene 38 años, refugiada en la República Democrática del Congo, sufre una discapacidad física y su objeto más preciado es una biblia.

El fotógrafo estadounidense Brian Sokol dedica su vida a mostrar al mundo a las personas que sufren violaciones de sus derechos y crisis humanitarias. Unas imágenes, y unas vidas, que nos interpelan y conmueven;  podemos verlas en CaixaForum de Madrid, en colaboración con ACNUR, hasta el 31 de Mayo de 2015.


martes, 3 de marzo de 2015

"Al diablo se le vence con amor" (Bob Marley): cita en "Samba" dirigida por Toledano y Nakache

Podría escribir sobre los centros de internamiento,  o relatar la desesperación  de las personas ante el peso de la burocracia. Quizás contar cómo el encuentro entre dos seres humanos puede ahogar su existencia  o llenarlos de felicidad. Podría hablar de la satisfacción del trabajo  basado en la búsqueda de lo mejor para otros; de la amistad anclada en la lucha común; del engaño utilizado como tabla de salvación; de lo enfermizos que son algunos ambientes laborales.  Y de la bondad, y de quien devuelve mal por bien.  Podría hacerte pensar en los que tardan años en llegar a un destino  incierto para retornar a la indignidad en horas; en la furia ante la injusticia o en el trabajo pagado con limosna y sin derechos. Y, tal vez, podría hablarte del amor: quizá presente mientras estás encerrado aguardando a  que un funcionario decida el destino, a la espera en la mirada del trabajador o la trabajadora social que intenta comunicarse contigo, buscándote en tu lugar de trabajo, tomando la amistad como punto de partida, llegándote en la travesía hacia el primer mundo. Ojalá que el bueno de Bob Marley tuviera razón.



Samba, "me llamo Samba, como el baile", situaciones dramáticas mezcladas con amor, buen humor, risas y mensajes positivos.

viernes, 20 de febrero de 2015

Test de comprensión lectora

Vamos a realizar hoy un test de comprensión lectora. Se va a utilizar el texto de la entrada anterior. Debes seguir las siguientes instrucciones.
·         Lee con atención el texto las veces que sean necesarias, teniendo en cuenta que se te va a preguntar por la idea principal y por las secundarias que el autor ha querido transmitir. No te preocupes si hay algún aspecto que no recuerdas, no es un test de memoria, es de comprensión, y puedes tener el texto a la vista y repasarlo cuanto quieras.
·         Indica cuáles son esas ideas. Para facilitar la elección se ofrecen tres alternativas; elige la que consideres que corresponde; solo es válida una respuesta. Anótala. (Recuerda que no se trata de decidir si las proposiciones son ciertas o falsas, sino lo que el autor ha querido comunicar.)
·         Compara tus opciones elegidas con la solución al test que figura al final.
·         Se admite un error en la elección de una idea secundaria, ¡enhorabuena!  Si hay más fallos, la prueba no se ha superado y deberás practicar en casa con otros textos.

TEXTO

Según cuentan, Corea del  Norte es un país militarizado, considerado a sí mismo en guerra con  Estados Unidos. Para un gobierno, instalar en la población la sensación de conflicto bélico le permitirá aplicar medidas de control de los ciudadanos y justificar, apelando a la defensa o a la prevención, acciones violentas.
Con demasiada frecuencia observo el uso machaconamente repetido del término “guerra” para designar situaciones al margen de esa forma violenta de dirimir que es  la lucha armada. Sabiendo que “guerra” se pueda utilizar por extensión como “cualquier clase de lucha o de pugna entre personas” y figuradamente: “acción encaminada a destruir o poner fin a algo”, creo que la insistencia en utilizar ese término, aunque sea sin intención de manipular, puede llevar a las personas a considerar determinados hechos como guerra, moviendo a la gente a actuar como si verdaderamente ese conflicto, más o menos violento, se estuviese produciendo. No descubro nada nuevo si advierto que determinadas palabras difundidas regularmente van creando asociaciones mentales capaces de dar por sentados hechos, teorías e intenciones.  Conocemos las técnicas utilizadas por la propaganda. Eso no quiere decir que tal manipulación no pueda ser legítima, pero a lo que voy es a señalar que si se usa el término “guerra” se haga con conocimiento de causa: un uso exagerado e impropio puede tener consecuencias no deseadas.
Para Clausewitz  (1780-1831), docto en la teoría de la guerra, de importante influencia hasta nuestros días, la guerra es un duelo a escala vasta y , ese duelo, tiene como objetivo someter al otro contra su voluntad; su fin a corto plazo es abatir al adversario para hacerlo incapaz de resistirse.
Supongamos dos entes, el “A” y el “B”. El primero pretende someter al otro contra su voluntad, pero el segundo no pretende que “A” realice ninguna acción  ni sometimiento. Puede, incluso, que “B” no responda a la provocación. Está claro que el fenómeno va en un sentido, no en ambos. Un ejemplo de esta situación podría ser la extorsión sufrida por determinados comerciantes. ¿Es una guerra? No lo es. Si hay que aplicar un término sería “acoso”, porque más bien el hecho sería “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona” y figuradamente: “importunar, perseguir o fatigar a uno con molestias y trabajos”. Está claro que no es lo mismo buscar solución a una guerra que a algo que no lo es, aunque se lo llamemos.
Es cierto que hasta ahora me he referido al uso del término “guerra” en su sentido más belicoso. Hay otros, como se ve más arriba. Veamos el uso de “pugna” o  ”lucha” por extensión de “guerra”: siendo la pugna una “oposición entre personas, partidos o naciones”, interpreto una intención mantenida por oponerse y tampoco se podría aplicar en un solo sentido. A no ser, rizando el rizo, que la defensa ante una acción intimidatoria, se considere pugna o lucha. Si al retirar dinero de la caja intentan quitártelo podrás pugnar y hasta luchar, ¿estás en guerra? ¿Cuál es la solución adecuada? ¿Negociación para terminar la guerra?
Pasemos al sentido figurado: “acción encaminada para destruir o poner fin a algo”. Está claro que si no hay intención de destruir no hay guerra. Es verdad que se puede declarar la guerra al delito, al hambre, al cambio climático, a la corrupción y a todo lo que a uno se le pueda ocurrir, pero son guerras conceptuales; denotan una intención clara, con todos los medios posibles para conseguir el efecto. Es evidente que referirse a esta clase de guerras no implica sesgo susceptible de utilizarlo para manipular.
Espero que lo escrito, también en otras ocasiones, no se considere acción bélica para someter a alguien, ni para pugnar o luchar. Es, simplemente, pretender,  según mi criterio, que se utilicen los términos con propiedad y para recordar la responsabilidad que tienen todas las personas en sus acciones y omisiones. Yo no estoy en guerra

¡Vaya! Nos hemos puesto serios cuando The Interview es una broma de principio a fin girando en torno a la interpretación de James Franco. Película con guiño a Con faldas y a lo loco en su escena final, que tuvo la habilidad de ponerme de buen humor.


IDEA PRINCIPAL
          A)     Clausewitz fue un importante estudioso de la teoría bélica.
          B)      Con las palabras expresamos la realidad y el acoso, en la que el acosado solo trata de defenderse con  pocos medios,  no es una guerra.
          C)      El autor del texto ha ido al cine.

IDEA SECUNDARIA  1
A)     No es bueno el uso de metáforas que a base de repetirlas pueden distorsionar la verdadera índole de la situación.
B)      La manipulación puede ser legítima como medio de propaganda.
C)      Hay significados propios, impropios, por extensión y figurados.

IDEA SECUNDARIA 2
A)     La sensación de estar en guerra puede justificar medidas extraordinarias por parte de los gobiernos.
B)      Corea del Norte es un país militarizado.
C)      Para que haya conflicto bélico basta que un país se considere en guerra.

IDEA SECUNDARIA 3
      A)     El acosado quiere cambiar la situación aunque no lo llame guerra.
B)      El uso de las medidas de la justicia es una guerra.
C)      En caso de intimidación se tiene derecho a la defensa.

IDEA SECUNDARIA 4
A)     El autor no utiliza la escritura como arma de guerra.
B)      El autor no está en guerra.
C)      El uso de la palabra genera una responsabilidad.

IDEA SECUNDARIA 5
A)     En el texto existe un mensaje subliminal en el que se viene a decir que los escoceses están locos por llevar falda.
B)      Interview es una película de humor.
C)      El dictador caricaturizado en Interview bien podría ser Franco.

SOLUCIONES

PRINCIPAL:   B

I.S. 1:  A

I.S.2:   A

I.S.3:   A

I.S.4:   C

I.S.5:    B

martes, 17 de febrero de 2015

James Franco en "The Interview", dirigida por Goldberg: "¿Quién va a ir a América, donde no se comen los perritos?"

Según cuentan, Corea del  Norte es un país militarizado, considerado a sí mismo en guerra con  Estados Unidos. Para un gobierno, instalar en la población la sensación de conflicto bélico le permitirá aplicar medidas de control de los ciudadanos y justificar, apelando a la defensa o a la prevención, acciones violentas.
Con demasiada frecuencia observo el uso machaconamente repetido del término “guerra” para designar situaciones al margen de esa forma violenta de dirimir que es  la lucha armada. Sabiendo que “guerra” se pueda utilizar por extensión como “cualquier clase de lucha o de pugna entre personas” y figuradamente: “acción encaminada a destruir o poner fin a algo”, creo que la insistencia en utilizar ese término, aunque sea sin intención de manipular, puede llevar a las personas a considerar determinados hechos como guerra, moviendo a la gente a actuar como si verdaderamente ese conflicto, más o menos violento, se estuviese produciendo. No descubro nada nuevo si advierto que determinadas palabras difundidas regularmente van creando asociaciones mentales capaces de dar por sentados hechos, teorías e intenciones.  Conocemos las técnicas utilizadas por la propaganda. Eso no quiere decir que tal manipulación no pueda ser legítima, pero a lo que voy es a señalar que si se usa el término “guerra” se haga con conocimiento de causa: un uso exagerado e impropio puede tener consecuencias no deseadas.
Para Clausewitz  (1780-1831), docto en la teoría de la guerra, de importante influencia hasta nuestros días, la guerra es un duelo a escala vasta y , ese duelo, tiene como objetivo someter al otro contra su voluntad; su fin a corto plazo es abatir al adversario para hacerlo incapaz de resistirse.
Supongamos dos entes, el “A” y el “B”. El primero pretende someter al otro contra su voluntad, pero el segundo no pretende que “A” realice ninguna acción  ni sometimiento. Puede, incluso, que “B” no responda a la provocación. Está claro que el fenómeno va en un sentido, no en ambos. Un ejemplo de esta situación podría ser la extorsión sufrida por determinados comerciantes. ¿Es una guerra? No lo es. Si hay que aplicar un término sería “acoso”, porque más bien el hecho sería “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona” y figuradamente: “importunar, perseguir o fatigar a uno con molestias y trabajos”. Está claro que no es lo mismo buscar solución a una guerra que a algo que no lo es, aunque se lo llamemos.
Es cierto que hasta ahora me he referido al uso del término “guerra” en su sentido más belicoso. Hay otros, como se ve más arriba. Veamos el uso de “pugna” o  ”lucha” por extensión de “guerra”: siendo la pugna una “oposición entre personas, partidos o naciones”, interpreto una intención mantenida por oponerse y tampoco se podría aplicar en un solo sentido. A no ser, rizando el rizo, que la defensa ante una acción intimidatoria, se considere pugna o lucha. Si al retirar dinero de la caja intentan quitártelo podrás pugnar y hasta luchar, ¿estás en guerra? ¿Cuál es la solución adecuada? ¿Negociación para terminar la guerra?
Pasemos al sentido figurado: “acción encaminada para destruir o poner fin a algo”. Está claro que si no hay intención de destruir no hay guerra. Es verdad que se puede declarar la guerra al delito, al hambre, al cambio climático, a la corrupción y a todo lo que a uno se le pueda ocurrir, pero son guerras conceptuales; denotan una intención clara, con todos los medios posibles para conseguir el efecto. Es evidente que referirse a esta clase de guerras no implica sesgo susceptible de utilizarlo para manipular.
Espero que lo escrito, también en otras ocasiones, no se considere acción bélica para someter a alguien, ni para pugnar o luchar. Es, simplemente, pretender,  según mi criterio, que se utilicen los términos con propiedad y para recordar la responsabilidad que tienen todas las personas en sus acciones y omisiones. Yo no estoy en guerra.
¡Vaya! Nos hemos puesto serios cuando The Interview es una broma de principio a fin girando en torno a la interpretación de James Franco. Película con guiño a Con faldas y a lo loco en su escena final, que tuvo la habilidad de ponerme de buen humor.



jueves, 12 de febrero de 2015

"Las amistades peligrosas", de Laclos. Versión de Patiño y Facal

―Está bien, ¿verdad?
—Ya lo creo. Un montaje extraordinario. Original y muy bien interpretada.
―Es un magnífico contraste el que se da con los trajes de época y el saxo, la batería…
—Sí. La música es un actor más.
―Me alegro mucho de haber venido. Habría sido una lástima que nos la hubiéramos perdido. Así da gusto venir al teatro.
—Pues la idea fue tuya.
—Es curiosa la mezcla de amor, deseo y sexo que se pone de manifiesto; y cómo se utiliza para conseguir otras cosas, como la venganza. A veces cuesta delimitar amor y deseo.
—Yo creo que el amor y el deseo  comienzan de forma parecida: hay una alteración producida por la persona objeto de ambos fenómenos. En algún lugar de la mente se produce una especie de comezón por algún ser. Incluso por alguna cosa, por ejemplo, se puede desear una droga, aunque se odie porque sabemos que nos hace daño. Yo diría que el deseo es el afán de poseer algo, de que entre , eso que deseamos,  en nuestro radio de acción y que forme parte de nosotros.
―Pero si el deseo es un afán, ¿qué sucede cuando se logra lo que se desea?
—El deseo muere cuando se logra. Pero el amor está siempre insatisfecho. Cuando se desea, lo que se quiere es que el objeto se aproxime a nosotros, que acuda hacia mí; es pasivo para el que desea. El amor es todo actividad, yo voy hacia el objeto y estoy con él. Cuando se ama se sale fuera sí mismo, se gravita hacia otra persona. Podría decir que el deseo es centrípeto y el amor centrífugo: del amante a lo amado. En el amor se va psíquicamente hacia el amado permanentemente y es el síntoma más decisivo de lo que una persona es.
―Me imagino que ese ir que tú dices no solo se refiere a hacerlo físicamente.
—Claro. No se trata de aproximarnos o convivir, el amor es una intimidad psíquica, del espíritu; es un fluir constante de materia anímica. No es un golpe único, es una corriente.
―Sí, eso que dices se ve perfectamente en la obra: cuáles son los que desean y los que se enamoran. Lo que sucede es que los que sienten amor también desean la unión sexual.
—La desean, pero no se puede decir que sea eso lo que desean. De hecho, los más enamorados dicen que, al menos en principio, no sentían deseo sexual. Ten en cuenta que en el enamoramiento se produce un encantamiento por una perfección, no en términos absolutos, sino por algo que el otro tiene mejor que el resto, una cualidad que sobresale. También es verdad que el enamoramiento se perfecciona por la unión, también la sexual. Quizá deberíamos distinguir entre instinto sexual y amor sexual.
―Yo creo que no es fácil ni corriente sentir solo atracción física. Sobre la diferencia que tú dices se me  ocurre que el instinto sexual es anterior al objeto. Se siente antes de conocer a la persona que lo va a satisfacer, y se podrá consumar con cualquiera, si tus razones morales o las circunstancias no te lo impiden. No es la búsqueda de la perfección.  Para mí, el amor sexual es entusiasmo hacia otro; hacia su cuerpo, pero también hacia su alma. No está previamente, lo suscita otro ser y, además, una cualidad de él.
—Mira, ahí está el coche.

Las ideas plasmadas sobre el amor, el deseo y el instinto sexual son una recreación de los pensamientos de Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el amor.
Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos, en versión de Patiño y Facal se representa en Las Naves del Español, Matadero, Madrid, hasta el 8 de marzo.


martes, 10 de febrero de 2015

Por la calle de enmedio

Vaya usted a saber por qué, pero a mí lo que me llama hoy, para juntar letras, no es la política ni  los relatos inspirados por eventos. Vamos a ver qué tal me sale, porque las musas tienen vida propia, son autónomas;  si te obsesionas con ello, no funciona.

Conozco a un gurú muy particular, como suelen ser los gurús, al que, ¡vete tú a saber qué trauma infantil le aquejaba!, no le agradaban las imposiciones ni las condiciones. Tenía pocos amigos, la verdad, quizá yo fuese el único;  y, de vez en cuando, solo de vez en cuando, me enviaba mensajes. Había de todo: reflexiones, poemas, fotografías, dibujos…
"No me gustan tus blancos o negros, ni  el “lo tomas o lo dejas” con el que me adviertes. ¡Qué poco me importan tus tesis, tus hipótesis y tus corolarios! Si me quieres imponer “A”, elegiré  “B”. Cuando me obligues a escoger entre Domingo o Carreras, escucharé la música más pachanguera.
Yo no funciono así. Ya te he dicho que las imposiciones no me van, como tampoco el cronómetro de Damocles que dejas pender sobre mi cabeza, ni las varas de medir.
Te equivocaste en lo más grave, y sigues concluyendo, como en un vicio feroz, a partir de palabras y silencios, de comillas, cursivas, mayúsculas y hasta de los signos de puntuación. ¿No te das cuenta, diga lo que yo diga, haga lo que haga, demostrado está, que todo se resume en ascuas y sardinas?  Y no soy el primero que lo avisa.
¿Qué cuestión de estado se juega si son los martes o los viernes? ¿Está mal uno a la semana? ¿Dos, quizá? ¿O mejor cada quince días? Deja que me ría, porque me sigue pareciendo una tontería. A las primeras de cambio, se dan vueltas las tornas, como también se ha dicho. ¡Te conozco, bacalao!
No sé por qué escribo; ni lo sé ni me importa, no soy muy de analizar. Quizá “mientras haya un solo justo”…
Confía en mí, como hacen los amigos, aunque si no es así no te culpo. Mil cosas pueden pasar. Si no actúo como esperas, piensa en lo que me puede justificar, en algo que me pueda absolver: acertarás."
Al terminar de leer el escrito de mi amigo, recordé lo que decían de otro gurú dedicado a las finanzas:   cuando iba a tomar decisiones, una vez recopilados los datos objetivos de las empresas cotizadas, pasaba los días sin consentir que nadie le hiciera ningún comentario de tipo económico; no escuchaba las noticias ni leía los periódicos. Solo, en su despacho, buscaba la mayor objetividad. Nunca realizó una mala inversión.



miércoles, 4 de febrero de 2015

"Las ovejas no pierden el tren", dirigida por Álvaro Fernández Armero

Procuró mantenerse despierta durante toda la noche; su  nerviosismo la ayudó en la vigilia. Quiso convencer a Blanca de marchar juntas, pero ella prefirió permanecer en el  grupo. Había tanta seguridad en que ninguna de ellas tomaría ningún tipo de iniciativa que se dejaba la puerta del recinto apenas trabada. Así pues, comenzando a retirarse la noche, y notando cierta inquietud en las compañeras, decidió que era el momento. Se las ingenió para abrir el portón verde y, viéndose libre, abandonó la instalación a la carrera. Aminoró el paso al encontrarse en las calles del pueblo, todavía sumidas en la obscuridad. Notaba una sensación muy extraña: nunca la habían dejado sola y, al tiempo que caminaba, volvía la cabeza con frecuencia temiendo una persecución. A lo lejos un perro ladró; el corazón se aceleró e imprimió mayor velocidad a su caminar. No dudaba dónde girar ni qué callejuela recorrer; había hecho aquel  viaje miles de veces  en compañía de las demás en pos del terreno donde pasaban el día.  Al doblar una esquina, tuvo un pequeño sobresalto: un gato, al trote, se dirigía a su encuentro. Paró  a la altura del felino, pero este ni siquiera la miró y siguió su camino como si nada.
Cuando tomó el camino de tierra, tras salir del casco urbano, la noche había dejado paso a una claridad tamizada por el cielo nublado. Sentía  hambre y sed, pero no quería que nada la apartase de su objetivo. Desde donde estaba divisó al empleado que ocupaba su puesto en la cabina. Dejó la senda y atravesó el trozo de terreno poblado de altas yerbas; llegó hasta la alambrada; al hilo de esta, buscó el lugar más idóneo, algún hueco pegado al suelo para atravesarla.





 Bajamos hacia la salida, en dirección al túnel  que da paso al vestíbulo de los cines. Tras de nosotros dos voces femeninas opinaban sobre “Las ovejas no pierden el tren”: les había parecido bien. A mí también me ha gustado, especialmente la interpretación.
Los personajes principales forman unidad. Es un punto de vista muy particular, pero bien podría ser un solo sujeto el concebido por el creador, con más o menos acierto, para dotarle de distintas vidas. Órganos diferentes formando un solo cuerpo. Me parece ciertamente ingenioso. La película es una toma de partido sobre situaciones de la vida, sin aventuradas explicaciones psicológicas; el relato es amable, con un buen aprovechamiento, en detalles, de las líneas maestras del guión. Los mensajes están claros y bien construidos, aunque me surge la duda de si el público podrá sacar todo el partido que, potencialmente, presenta  la obra.


martes, 27 de enero de 2015

Aguante y sentimiento: viaje por el Mediterráneo de la mano de Miguel Ángel Berna y su compañía


Un fraile franciscano, desde su escondite, presencia una conversación y la ocultación de un pergamino de contenido comprometedor. Cuando se encuentra solo, se lleva el escrito metiéndolo  en el interior de los calzones.  Más adelante lo copiará, ocasión que el autor de Los hijos del Grial, Peter Berling, utiliza para darnos a conocer el texto subversivo. Este resulta ser  un feroz ataque al cristianismo, desde sus comienzos hasta la época que se relata, en la primera mitad del siglo XIII. Por la forma en la que el contenido está incluido en el conjunto y por la carga emocional que trasluce, interpreto que es el mismo pensamiento de Berling  el que leemos. Esa evolución del cristianismo, calificada de vergonzosa en el relato, es la que se apresta a contrarrestar el autor del pergamino.  En él se responsabiliza  a los que han enfrentado a las dos grandes religiones existentes en la edad media  de convertir el  mar Mediterráneo en un abismo que separa a Occidente de los países de Oriente, cuando debería ser  un puente; lo que quiere no es el Mare Nostrum  romano  sino la mediaterra que debería hermanar  culturas y religiones.
He tenido la fortuna de asistir al espectáculo Mediterráneo de Miguel  Ángel  Berna y su compañía de danza, y recordé el texto de Los hijos del Grial: un mar para la paz, el entendimiento y el progreso.
La creación de Berna es un poema a base de música y letra, de danzas vestidas con telas que son olas y espuma; de bandurria, laúd y castañuelas en mixtura de Aragón con las riberas besadas por el Mediterráneo.
"Aguante y sentimiento" se escucha en la emocionante jota. Hay aguante en el giro acelerado levantando el vuelo, en el virtuosismo rítmico de la música resultante de la unión de la castañuela y el dedo corazón, en la potencia puesta en la nota saliendo de la garganta… Y  el sentimiento: logró la conexión especial, particular porque es de cada persona que presencia y general porque implica al conjunto de los espectadores, que llaman “química”, aunque llamarla sentimiento me gusta más. Bailarines, cantantes, actores, incluso profesores y oradores, todos aquellos con un auditorio ante sí,  experimentan a veces la entrega total del público. Este, entonces, responde con la emoción, con sensaciones en la piel, con una corriente inmaterial recorriendo las butacas. La tensión producida escapa con exclamaciones y se descarga con el aplauso rabioso.
Así es Mediterráneo, la creación de Miguel Ángel Berna hablándonos del mar que nos une, de esas tierras de corazón cálido con olor de azafrán, de fruta, de huerta  y de viento marino; unos lugares de sol generoso mostrando un derroche de azules y blancos. Ojalá no nos roben el Mediterráneo con brumosos vientos del norte queriendo imponer su hegemonía y uniformidad.
El espectáculo logró traer a flote un sentimiento de pertenencia por encima de países y fronteras, y el orgullo de sentirse incluido en la cultura mediterránea. Miguel Ángel Berna y su compañía consiguen que nuestro mar sea más terramedia.


Binibèca, Menorca
















martes, 20 de enero de 2015

Ferro producciones

Más allá de los grandes, rimbombantes y presuntuosos fastos culturales  existe una red de pequeñas compañías de todo tipo que con su trabajo llevan fuera de las grandes capitales espectáculos diversos. La labor de de esas creaciones, de esas producciones, generalmente es poco reconocida, y he recordado otras situaciones  en las que, al contrario, loas e incienso ensalzan a selectos habitantes del mundo creativo.
Muchas veces, al ver esas masas sentadas frente a un escenario donde se van desgranando reconocimientos y se imponen medallas,  me pregunto si esas obras y trabajos premiados influyen realmente en la difusión de la cultura; si los medios desplegados se justifican, visto después el impacto social. A esos niveles, y no me refiero solamente al cine,  los que forman parte del mundillo se premian a sí mismos y el resultado es proclamado a los cuatro vientos con altavoces;  pero tengo la impresión de que a la mayoría de la gente le importa poco; y parece un mundo cerrado donde las relaciones y la pertenencia al club, dentro de unos parámetros, son fundamentales para llevarse un trozo del pastel. Me gusta utilizar el término endogamia para referirme a ello.  Reconozco que esta situación no se da solamente en el mundo del espectáculo y de la cultura, otras profesiones y actividades existen solo para ellas mismas. Son mundos aparte que producen para su propio consumo, lo transmiten para sí mismos, hablan de ello entre sí, y organizan galas para premiarse unos a otros. En el fondo, no hay nada que objetar a que grupos de personas monten los espectáculos que quieran, destaquen a quien les parezca, se alborocen y emocionen; el problema es el combustible que alimenta todo ese engranaje. Sí, la pregunta es: ¿quién paga?
Cuando se destinan fondos públicos a una actividad, la que sea, hay que abrirla y democratizarla; se debe procurar la participación de la gente, difundir al máximo las obras, y que los premios, si ha de haberlos, sean asignados por  espectadores y usuarios.
Alabo las producciones alternativas, con pocos medios, sin campañas de marketing. Apoyo a los artistas que renuncian a los premios institucionales o gremiales: quiérase o no, el premio obliga, te introduce en el redil, te sube a la correa de transmisión. Busca, si quieres buscar algo, solo el aplauso popular: es espontáneo y libre de ataduras.
La cultura necesita recursos económicos, pero con el objetivo de que la población pueda acceder a ella. Es necesario reducir impuestos y subvencionar para que el disfrute de la música en vivo, el teatro, el cine, los museos, la literatura y el conocimiento no sean artículos de lujo. Redúzcase el precio de la entrada en teatros y auditorios cuando han sido creados por instituciones públicas; si lo han pagado todos, deben estar al alcance de todos.

Es la ayuda pública, a pequeña escala, la que reivindico; la que está pegada al ciudadano y le permite el acceso a las obras creativas en el pequeño local municipal de su pueblo  o de su barrio. Al igual que la pequeña empresa es fundamental en el tejido productivo de España, el fomento de pequeñas compañías que inunden el país con proyecciones,   actuaciones y representaciones dará  vida a la verdadera cultura.




martes, 13 de enero de 2015

"Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?"

Rosa Pumasupa

Si hubieras visto a Rosa no podrías olvidar los ojillos, oscuros, muy redondos y vivarachos, destacando en su rostro. Te darías cuenta de que, al mirarte, podías percibir en ellos algo que estaría entre la interrogación y la súplica. Arrugada como nunca hayas visto: un mar de surcos tenía en la cara. De poca estatura, menuda; con el pelo entrecano, muy tirante, y recogido en larga coleta.
Si pasearas por las pocas calles de su pueblito, junto a Vilcanota, la podrías ver sentadita ante la puerta de la casa, al calorcillo del sol, con sombrero, y bajo el poncho que ella misma tejió. Porque Rosa tejía y tejía; se pasó la vida tejiendo. Sí, había épocas, cuando tocaba, en las que colaboraba con el resto de la familia en las cosechas de maíz, tomate y calabaza; pero su principal ocupación fue manejar el pequeño telar donde trabajaba. Bueno, eso y cuidar, primero, de sus padres; luego, del marido y de la prole; después, de los nietos, amén de toda suerte de parientes más o menos cercanos que le pudieran encomendar.
No era muy mayor, no creas; le faltaban todavía un par de años para los setenta; pero al ver sus manos nudosas, retorcidas, hechas un manojo de huesos, pensarías en alguien de mucha más edad. ¿Sabes? No solo eran las manos; no se podía vestir, peinar, lavar, casi ni comer, sin ayuda. Si le preguntaras, te diría que lo que más pena le daba era no poder ayudar a Milagros, su nuera, la mujer de su hijo Miguel, con los críos; sobre todo con William, el más inquieto de todos.

Los médicos

Manuel Castillo salió de la casa de Rosa acompañado del médico en prácticas Alejandro Ramos. El primero tenía a su cargo la asistencia sanitaria de un amplio conjunto de pequeños pueblos y aldeas situados entre colinas a una treintena de kilómetros al este de Cuzco. Una vez a la semana realizaban las visitas domiciliarias a los enfermos crónicos de la población. Rosa Pumasupa era la última paciente a visitar en el lugar. El siguiente grupito de casas distaba tan solo unos centenares de metros y los médicos decidieron caminar, aprovechando la bondad de la mañana, en lugar de utilizar el vehículo.
Pocas veces he visto una artrosis generalizada tan intensa como la de Rosa, la mujer que acabamos de visitar le dijo Castillo, el médico veterano, a Ramos. Era una persona muy activa. Y ahora, ya ves, necesita bastante ayuda.
Sí; es una pena. Suerte que tiene a su hija para atenderla comentó Ramos acompasando su caminar al del otro médico.
¿Quién? ¿Milagros? dijo Castillo apartando su vista del frente para mirar un instante a su interlocutor. Hija, pero política: es su nuera. Da lo mismo; para los efectos son madre e hija. Así suele ser por aquí. Y se tratan con gran consideración y respeto.
Ahora, el médico en prácticas miró enseguida a Castillo para decir:
            La verdad es que la nuera tiene mérito; he podido observar el cariño con el que la cuida. Y no siendo de su sangre…
            Pues mira Alejandro, yo creo que no hace falta tener la misma sangre, o sea, ser pariente cercano, para sentirse obligado a cuidar a alguien señaló Castillo con determinación y sin apartar la vista del camino. Y al contrario: ser familiar cercano no debe implicar sumisión ni obligación, a costa de cualquier cosa, por razones de sangre; es necesario algo más. En muchas ocasiones la relación familiar se convierte en una especie de  tiranía de uno hacia el otro mediante demandas que hay que aceptar porque sí, porque los familiares se tienen que aguantar mutuamente; como si hubiese un mandato superior que te encadenara, que te obligase a soportarlo todo. ¿Sabes por qué sucede esto?
            No sé. Quizás por tradición contestó el joven médico, mirando al otro.
                —Se cree que la relación entre padres e hijos adultos va a superar cualquier circunstancia porque existe una unión muy fuerte, de tipo moral, entre ellos. Cuando se piensa que algo es seguro, que no se va a perder, no se cuida. Si se falta al respeto, se abusa, parece que no tiene que pasar nada porque son familia. Si quieres mantener una relación afectiva de otro tipo te dices: esto se puede acabar. ¿Qué haces? Te esfuerzas por agradar, por no dar motivos de queja y demostrar que se está bien contigo. Pues lo mismo debería imperar en las relaciones familiares.
            Es lógico lo que dices. Lo que sucede es que debemos mantener las relaciones familiares por si necesitamos ayuda en un futuro, ¿sí? A mí me parece que muchas veces se pone en los hijos la esperanza de que nos cuidarán cuando seamos viejos, en compensación al cuidado de los padres en la infancia dijo Ramos con resolución.
Suspendieron momentáneamente la conversación; se apartaron del camino para dejar pasar a un hombre que guiaba a una caballería cargada con panochas. El campesino y los médicos se saludaron y estos reanudaron la marcha y la charla.
            Es triste comenzó a decir Castillo al empezar a andar buscar qué podemos sacar de los hijos o utilizarlos como seguro de asistencia en la vejez. Cuando se es madre o padre debes tener claro que, por un tiempo, te anularás en gran parte, suspenderás ocio, interrumpirán tu descanso, podrá haber quebranto económico y vivirás pendiente del más leve malestar de tu criatura. Esta entrega será maravillosa si no esperas de los hijos compensación alguna, si no los utilizas para satisfacer tu ego, si no descargas en ellos tus frustraciones; y siendo consciente, además, de la posibilidad de que te olviden y no se ocupen de ti cuando los necesites. Es darte sin esperar nada a cambio.
Recorrieron un trecho en silencio, madurando el último comentario. Después, tímidamente, el joven aprendiz de médico le dijo a su compañero, mirándole:
            No tienes familia, ¿sí?
El médico veterano sonrió; sin dejar de caminar puso, brevemente, el brazo derecho sobre los hombros de Ramos.
            Te podría contar una larga historia. Las gentes de estas tierras dijo Castillo, al mismo tiempo que señalaba el terreno circundante con la mano izquierda son mi familia; su trato es noble y sincero, sin dobleces. Este pueblo ha sido muy maltratado; ya sabes que, incluso, sufrieron un programa de esterilización forzosa. Soy feliz cuidando de su salud.
            Y estoy seguro de que, llegado el caso, te cuidarían a ti dijo el joven.
Se miraron con complicidad. Guardaron silencio. Castillo lo rompió.
            ¿Qué harás cuando puedas ejercer la medicina?
            Me esperan en una clínica privada en España, en las Islas Canarias. También es una larga historia.
            Mira; hemos llegado.

La película

            Está muy bien tu relato, pero tendrás que decir algo de la película, ¿no?
            Ya. De “Dios mío, ¿pero que te hemos hecho?”. Sí, te ríes y eso.



lunes, 5 de enero de 2015

La Muerte en Venecia, la muerte

Mi primer acercamiento a La Muerte en Venecia se produjo a través de la adaptación cinematográfica de Visconti. Cuando la recuerdo, emerge el rostro de Dirk Bogard observando a través de sus lentes las idas y venidas de Tadzio.  Después,  el relato de Mann, sujeto, inevitablemente, al ambiente, a los rostros y a las escenas de la película; desventajas de llevar la literatura al cine. Como corresponde, en la  ópera de Britten se acentúa la carga dramática; todo es más intenso: la obsesión, el estupor, el sufrimiento, los sueños…
Un relato, una película y una ópera; un trío generador de múltiples estudios sobre sus  autores, desde los puntos de vista artísticos y técnicos  hasta sus motivaciones profundas. De la misma manera, poco queda ya por decir del protagonista Aschenbach. Como suele suceder, se han escrito múltiples visiones del mensaje que el escritor alemán pretendía transmitir con su obra, aspecto inevitable de la creación literaria. En muchas ocasiones los artistas pretenden, con sus obras, expresar ideas, objetivos, explicaciones, tomar partido. En otras, solo mostrar lo que ven, o han visto,  sus ojos. Otros crean sin ningún interés comunicativo concreto; solo dejan fluir su imaginación en un momento determinado con la única condición de su estado de ánimo y sobre el sustrato, muchas veces inconsciente, de su experiencia vital.  Los investigadores bucearán en el conjunto de las obras de un autor; verán rasgos comunes, identificarán etapas e influencias y propondrán explicaciones, más o menos acertadas; pero,  salvo que se cuente con la explicación del autor, no dejarán de ser  especulaciones sujetas también a ideas preconcebidas, a lugares comunes y a experiencias vitales de críticos y  de  estudiosos. No es difícil encontrar opiniones contrapuestas en el análisis de obras artísticas, ni tampoco costará mucho encontrar quien opina que es una tarea, la de buscar ciertas explicaciones, simplemente, inútil.
La versión operística de La Muerte en Venecia me mueve a dejar fluir la palabra. Obra abundante en hebras para tirar del ovillo. Lógicamente, Aschenbach cuenta con multitud de análisis; no voy a escribir uno más. La presencia de Tadzio es un campo más abierto y las breves pinceladas que lo dibujan en el relato dejan muchas puertas abiertas a la imaginación…

El menor y único varón entre los tres hijos del matrimonio, emparentado, por parte de madre, con los más altos representantes de la nobleza polaca, gozó siempre de una salud envidiable. Un ejército de niñeras y sirvientas procuraba que el infante no sufriera percance ni privación, siendo así desde el momento de nacer. No era para menos; tras el nacimiento de sus hermanas y la muerte en el parto de un varón que podía haber ocupado el tercer  lugar entre los hermanos, la llegada de Tadzio fue una maravillosa ventura para la familia. Pronto dio muestras de cuál había de ser su carácter. Tomó de su madre la facilidad para centrar la atención; su estar sereno y apacible le permitía captar todos los estímulos que el ambiente podía mostrar. Seguramente por no tener necesidad de disputar cualquier cosa que necesitase, la ansiedad y el enojo eran desconocidos para él. Cuando sus hermanas se metían en bizantinas discusiones, el ambiente se le hacía insoportable y, sin darle importancia, desaparecía de la escena; se le podía encontrar, después, apoyado en la balaustrada, contemplando los correteos de los mirlos por el jardín.  Además de las prerrogativas que le daban su sexo y el orden entre los hijos del matrimonio, su forma de ser le otorgaba un gran respeto por parte de sirvientes, hermanas e, incluso, de sus propios padres.
Sus estancias en Venecia, acompañado de la madre, sus hermanas y una criada, le ofrecían la ocasión de salir del ambiente excesivamente formal, y un tanto enfermizo, de la gran casona de Cracovia y de la asfixiante disciplina impuesta por los sacerdotes rectores del colegio. El mismo respeto que le ofrecían en su hogar le tenían los amigos de juegos, con el añadido de la admiración, pues su incipiente adolescencia de catorce años estaba modelando su rostro con bellos rasgos. Lanzarse una  pelota, las carreras por la playa y las animosas reuniones con los amigos en el Lido, mientras las pequeñas olas le lamían los pies, eran la ocupación principal de aquellos días. En los ratos previos a la comida, o mientras se reunía el grupo de amigos, le gustaba acariciar levemente el agua, mostrando, entonces, un aspecto pensativo.
A pesar de la lejanía que le separaba  de la mesa de Aschenbach en el gran comedor del hotel, pudo apreciar la presencia del escritor el primer día que coincidieron en el almuerzo. Al finalizar y levantarse, precedido de su madre y sus hermanas, reparó en la atención prestada por aquel a sus movimientos. Tadzio paró un instante, giró la cabeza y también le miró. El encuentro de miradas se hizo cotidiano entre ellos en los momentos de coincidencia. Junto al mar, el muchacho se sentía observado, al mismo tiempo que jugaba a la pelota, a un tiro de piedra del escritor, que seguía siempre sus movimientos sin perder detalle.
A Tadzio aquellos encuentros visuales  le parecían conversaciones y llegó un momento en que anheló intercambiar palabras;  la presencia de Aschenbach le resultaba familiar. Sentía inquietud por conocer a quien muchas veces se había encontrado con la mirada y mostraba tanto interés en él. Saber quién era, a qué se dedicaba, el país del que procedía y en qué lengua hablaba hubiera saciado la curiosidad del adolescente.

Como en otras ocasiones, pudo ver al escritor observándole, pero algo llamó la atención de Tadzio de tal forma que este desvió un instante su atención del juego, distracción que le supuso el leve impacto,  en el rostro, de la pelota que debería haber sujetado.Generalmente de oscuro, en aquella ocasión Aschenbach vestía un traje claro con algún detalle de color; incluso, al muchacho le pareció ver su pelo  más oscuro de lo habitual.

Días después, contemplando  la vista que se le ofrecía desde su habitación divisó a un paseante solitario camino de la entrada del hotel. Aquello le hizo pensar en el solitario huésped que se sentaba en la playa para verlo jugar. Evocó los momentos en que había sido consciente de su presencia y albergó la esperanza de que en algún momento hubiese un saludo, quizá un breve comentario, aunque fuese en un extraño idioma. Absurdamente, Aschenbach, en ese instante, se encontraba al otro lado de la puerta de la habitación de Tadzio, atenazado por su indecisión, abrumado por sus fantasmas, sumido en una espiral obsesiva. Incapaz de entablar, utilizando la naturalidad,  una relación con la familia polaca y, por tanto, con Tadzio, no pudo ahuyentar  las nubes de la tormenta que estaba soportando.

Después, la marcha. La última mirada. El adiós silencioso. El fin.

Llegado el momento, y a pesar del empeño de la familia por disuadirle, Tadzio, vio en la milicia la ocasión de luchar por los ideales generados en su juventud y comenzó la vida militar en una escuela de oficiales polacos en Rusia.
La violencia, como las epidemias recurrentes, siempre está latente en esa especie fallida que es la humana. También, como en las epidemias, la violencia rebrota con vigor. La destrucción y la masacre asolaron Europa, el mundo.

Al lado de  sus compatriotas, luchadores junto a las tropas del zar, el joven, la obsesión de Aschenbach, cinco años después de su encuentro en Venecia, terminó destripado entre escombros, como tantos otros jóvenes, por los austríacos o por los bolcheviques, ¡qué importa! Con diecinueve años, la vida de Tadzio no dio para más.