jueves, 12 de febrero de 2015

"Las amistades peligrosas", de Laclos. Versión de Patiño y Facal

―Está bien, ¿verdad?
—Ya lo creo. Un montaje extraordinario. Original y muy bien interpretada.
―Es un magnífico contraste el que se da con los trajes de época y el saxo, la batería…
—Sí. La música es un actor más.
―Me alegro mucho de haber venido. Habría sido una lástima que nos la hubiéramos perdido. Así da gusto venir al teatro.
—Pues la idea fue tuya.
—Es curiosa la mezcla de amor, deseo y sexo que se pone de manifiesto; y cómo se utiliza para conseguir otras cosas, como la venganza. A veces cuesta delimitar amor y deseo.
—Yo creo que el amor y el deseo  comienzan de forma parecida: hay una alteración producida por la persona objeto de ambos fenómenos. En algún lugar de la mente se produce una especie de comezón por algún ser. Incluso por alguna cosa, por ejemplo, se puede desear una droga, aunque se odie porque sabemos que nos hace daño. Yo diría que el deseo es el afán de poseer algo, de que entre , eso que deseamos,  en nuestro radio de acción y que forme parte de nosotros.
―Pero si el deseo es un afán, ¿qué sucede cuando se logra lo que se desea?
—El deseo muere cuando se logra. Pero el amor está siempre insatisfecho. Cuando se desea, lo que se quiere es que el objeto se aproxime a nosotros, que acuda hacia mí; es pasivo para el que desea. El amor es todo actividad, yo voy hacia el objeto y estoy con él. Cuando se ama se sale fuera sí mismo, se gravita hacia otra persona. Podría decir que el deseo es centrípeto y el amor centrífugo: del amante a lo amado. En el amor se va psíquicamente hacia el amado permanentemente y es el síntoma más decisivo de lo que una persona es.
―Me imagino que ese ir que tú dices no solo se refiere a hacerlo físicamente.
—Claro. No se trata de aproximarnos o convivir, el amor es una intimidad psíquica, del espíritu; es un fluir constante de materia anímica. No es un golpe único, es una corriente.
―Sí, eso que dices se ve perfectamente en la obra: cuáles son los que desean y los que se enamoran. Lo que sucede es que los que sienten amor también desean la unión sexual.
—La desean, pero no se puede decir que sea eso lo que desean. De hecho, los más enamorados dicen que, al menos en principio, no sentían deseo sexual. Ten en cuenta que en el enamoramiento se produce un encantamiento por una perfección, no en términos absolutos, sino por algo que el otro tiene mejor que el resto, una cualidad que sobresale. También es verdad que el enamoramiento se perfecciona por la unión, también la sexual. Quizá deberíamos distinguir entre instinto sexual y amor sexual.
―Yo creo que no es fácil ni corriente sentir solo atracción física. Sobre la diferencia que tú dices se me  ocurre que el instinto sexual es anterior al objeto. Se siente antes de conocer a la persona que lo va a satisfacer, y se podrá consumar con cualquiera, si tus razones morales o las circunstancias no te lo impiden. No es la búsqueda de la perfección.  Para mí, el amor sexual es entusiasmo hacia otro; hacia su cuerpo, pero también hacia su alma. No está previamente, lo suscita otro ser y, además, una cualidad de él.
—Mira, ahí está el coche.

Las ideas plasmadas sobre el amor, el deseo y el instinto sexual son una recreación de los pensamientos de Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el amor.
Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos, en versión de Patiño y Facal se representa en Las Naves del Español, Matadero, Madrid, hasta el 8 de marzo.


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