lunes, 1 de noviembre de 2021

La seducción del pensamiento único

Cuando en encuentro, charla o similar, todos los asistentes son de la misma opinión debe dar mucho gusto, porque no habrá aprietos, no molestarán esas voces discordantes que pueden estropear la fiesta de sentirse en la gloria. El fervor de los asistentes estimula mucho y se saldrá del local con disposición de comerse el mundo. Pero sucede que en la calle habrá un baño de realidad y el entusiasmo se diluye porque la gente estará de acuerdo contigo o no. También puede suceder que al personal le traiga al fresco tu inquietud. Es lo que sucede cuando se impone el pensamiento único: que se acata de cara a la galería, pero no produce cambios de mentalidad duraderos. De la importancia de convencer da muestra el consabido "venceréis, pero no convenceréis".

No hay que tener miedo al debate, a que el observador escuche los argumentos del enemigo. Si tienes razón, no te preocupará que el oponente te cuestione. Expón tus ideas y conseguirás más adeptos al rebatir al que opina distinto a ti. Pero no le hagas callar antes de que lance su pregunta o tesis. Le convertirás en víctima e impedirás sumar a tu causa a otros que no sean los incondicionales.

Simpatizo con el feminismo, y hace unos días acudí a un acto en que participaban componentes de un grupo chileno cuyo activismo ha sido ejemplo para las mujeres del mundo. La participación del público formaba parte de la actividad y todo fue maravilloso mientras las preguntas eran previsibles y se agradecía la presencia y creatividad del grupo invitado. Pero parece ser que la voz del feminismo no es única y apareció la intervención que puso nerviosa a la moderadora y al grupo invitado. No se permitió que la voz crítica terminase su pregunta ni su tesis y en el escenario se escenificó el disgusto por la intervención de la mujer que se hallaba entre el público. Me quedé sin conocer los argumentos de unas y de otras, y me predispuso hacia esa persona contraria al pensamiento "oficial", porque me pareció que no había sido tratada justamente y sí había sido "aplastada" por la mayoría. Venceréis...

Resulta que no todas las mujeres ven con buenos ojos la incorporación al feminismo de personas transexuales o de que exista la posibilidad de que una persona se autodefina de uno u otro sexo, y creen que esa posibilidad perjudica a la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Esta postura es tan defendible como la contraria y el asunto no está tan claro como algunos pretenden. Me habría gustado muchísimo que se hubiese planteado el debate y escuchar los distintos argumentos. Me quedé con las ganas y desilusionado, quizá porque no comprendí que era un acto para la autocomplacencia, sin el ánimo de construir y sumar gente que sirva de correa de transmisión de ideas loables. También se puede morir de éxito.