martes, 17 de febrero de 2015

James Franco en "The Interview", dirigida por Goldberg: "¿Quién va a ir a América, donde no se comen los perritos?"

Según cuentan, Corea del  Norte es un país militarizado, considerado a sí mismo en guerra con  Estados Unidos. Para un gobierno, instalar en la población la sensación de conflicto bélico le permitirá aplicar medidas de control de los ciudadanos y justificar, apelando a la defensa o a la prevención, acciones violentas.
Con demasiada frecuencia observo el uso machaconamente repetido del término “guerra” para designar situaciones al margen de esa forma violenta de dirimir que es  la lucha armada. Sabiendo que “guerra” se pueda utilizar por extensión como “cualquier clase de lucha o de pugna entre personas” y figuradamente: “acción encaminada a destruir o poner fin a algo”, creo que la insistencia en utilizar ese término, aunque sea sin intención de manipular, puede llevar a las personas a considerar determinados hechos como guerra, moviendo a la gente a actuar como si verdaderamente ese conflicto, más o menos violento, se estuviese produciendo. No descubro nada nuevo si advierto que determinadas palabras difundidas regularmente van creando asociaciones mentales capaces de dar por sentados hechos, teorías e intenciones.  Conocemos las técnicas utilizadas por la propaganda. Eso no quiere decir que tal manipulación no pueda ser legítima, pero a lo que voy es a señalar que si se usa el término “guerra” se haga con conocimiento de causa: un uso exagerado e impropio puede tener consecuencias no deseadas.
Para Clausewitz  (1780-1831), docto en la teoría de la guerra, de importante influencia hasta nuestros días, la guerra es un duelo a escala vasta y , ese duelo, tiene como objetivo someter al otro contra su voluntad; su fin a corto plazo es abatir al adversario para hacerlo incapaz de resistirse.
Supongamos dos entes, el “A” y el “B”. El primero pretende someter al otro contra su voluntad, pero el segundo no pretende que “A” realice ninguna acción  ni sometimiento. Puede, incluso, que “B” no responda a la provocación. Está claro que el fenómeno va en un sentido, no en ambos. Un ejemplo de esta situación podría ser la extorsión sufrida por determinados comerciantes. ¿Es una guerra? No lo es. Si hay que aplicar un término sería “acoso”, porque más bien el hecho sería “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona” y figuradamente: “importunar, perseguir o fatigar a uno con molestias y trabajos”. Está claro que no es lo mismo buscar solución a una guerra que a algo que no lo es, aunque se lo llamemos.
Es cierto que hasta ahora me he referido al uso del término “guerra” en su sentido más belicoso. Hay otros, como se ve más arriba. Veamos el uso de “pugna” o  ”lucha” por extensión de “guerra”: siendo la pugna una “oposición entre personas, partidos o naciones”, interpreto una intención mantenida por oponerse y tampoco se podría aplicar en un solo sentido. A no ser, rizando el rizo, que la defensa ante una acción intimidatoria, se considere pugna o lucha. Si al retirar dinero de la caja intentan quitártelo podrás pugnar y hasta luchar, ¿estás en guerra? ¿Cuál es la solución adecuada? ¿Negociación para terminar la guerra?
Pasemos al sentido figurado: “acción encaminada para destruir o poner fin a algo”. Está claro que si no hay intención de destruir no hay guerra. Es verdad que se puede declarar la guerra al delito, al hambre, al cambio climático, a la corrupción y a todo lo que a uno se le pueda ocurrir, pero son guerras conceptuales; denotan una intención clara, con todos los medios posibles para conseguir el efecto. Es evidente que referirse a esta clase de guerras no implica sesgo susceptible de utilizarlo para manipular.
Espero que lo escrito, también en otras ocasiones, no se considere acción bélica para someter a alguien, ni para pugnar o luchar. Es, simplemente, pretender,  según mi criterio, que se utilicen los términos con propiedad y para recordar la responsabilidad que tienen todas las personas en sus acciones y omisiones. Yo no estoy en guerra.
¡Vaya! Nos hemos puesto serios cuando The Interview es una broma de principio a fin girando en torno a la interpretación de James Franco. Película con guiño a Con faldas y a lo loco en su escena final, que tuvo la habilidad de ponerme de buen humor.



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