martes, 19 de mayo de 2015

Mucho por hacer. El verdadero pensamiento: las palabras.

Nos encontramos hoy en la plaza de Callao y tenemos ante los micrófonos de Aldeabitácora a una mujer que nos ha salido al paso para contestar a nuestras preguntas.
Pregunta. ¿Cuál es su nombre?
Respuesta. Me llamo Raquel.
P. ¿A qué se dedica, Raquel?
R. Soy taxista. Hoy libro y estoy por aquí para hacer unas compras.
P. ¿Su edad?
R. Cuarenta.
P. Entremos en materia. ¿Qué le dice el nombre de Rock Hudson?
R. Pues un actor americano.
P. ¿Sabe cómo murió?
R. Sí. Creo que murió de sida.
P. ¿Qué le parece que en un púlpito se acordaran de él, hace poco, para burlarse de su matrimonio y decir que por las noches salía a buscar presas?
R. ¡Pero si de eso hará un montón de años! Pues una falta de respeto. Además, lo de buscar presas, no sé, es juzgar a las personas. No suena bien.
P. Le voy a plantear a usted otra situación, a ver qué le parece.
R. ¿Del mismo púlpito? ¿En qué iglesia está?
P. Ja, ja. Lo del púlpito es en sentido figurado.
R. Vale. Dígame.
P. Imagínese una tertulia de estas, humorísticas. Y el que dirige el cotarro dice que si saben que tiene un blog de cocina, con recetas y tal. Les pregunta a los demás que si saben cómo se llama el blog. Naturalmente, le contestan a coro que no. Entonces él dice muy jocosamente: ¡maricoooón!
R. Pues no le veo la gracia. Seguro que ha sido en la telebasura.
P. No exactamente. ¿Sabe como reaccionaron los que escuchaban? Se lo voy a enseñar. Mire:

R. Y todo lo que me ha contado, ¿es verdad?
P. Se lo prometo.
R. Pues no es para felicitarles.
P. Desde luego que no. Si no le importa, vamos a preguntar a aquel joven que viene por allí. Muchas gracias, Raquel.

R. De nada. Adiós y suerte con la entrevista.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Num. 837 Fotografía 541


Los ojos vendados con tela negra, brazos y piernas gris claro, camiseta y pantalón corto grises también. Sujeto con anchas tiras de cuero gris a un sillón metálico gris oscuro. Dos sujetos de tez gris a la derecha de él observan el proceso; están trajeados de gris. Otro sujeto a su izquierda, de la misma guisa que los anteriores, y un cuarto con camiseta blanca y vaqueros grises.

Sobre la cabeza se puede ver un embudo ajustado perfectamente, gris como la goma ensartada en el pico del embudo y que llega a pocos centímetros de un sumidero gris metálico. Sobre el suelo, de un gris tan claro que se podría decir blanco, palabras negras, blancas, y de toda la gama de grises: ilusiones, creatividad, proyectos, trabajos, ideas, sensaciones, emociones, voluntad, certezas, confianza. Otro personaje de traje y corbata gris empuña un escobillón gris en actitud de empujar al sumidero las palabras que han quedado manchando el piso.