martes, 19 de marzo de 2019

El juicio de ZD: 5.El Molt Honorable ciudadano europeo procesado rebelde


Me imagino que los que ven en el Muy Honorable expresidente de la Generalitat de Cataluña, señor Puigdemont,  una  bestia negra  de la integridad territorial de España y de su sistema judicial  experimentarán cierto placer cuando el fiscal se refiere al político, una y otra vez, apelando a su situación jurídica,  como procesado rebelde Puigdemont. Parece que, con esa reiteración, se puede encontrar consuelo del  “quiero y no puedo” llamando al expresidente, residente en la Unión Europea, lo máximo que, hasta ahora, es permisible. Sí;  procesado rebelde, pero solo en España. Situación anómala que debería hacer reflexionar sobre la calificación de los posibles delitos y sobre lo que significa ser parte de una Unión formada por naciones líderes mundiales en usos democráticos y respeto a los derechos de los ciudadanos. Una situación anómala propiciada por España, al haber apostado al juego de “Todo o nada”. Mucho se habla de los peligros de la Unión: insolidaridad entre países, auge de los escépticos en la comunidad europea, salida de naciones, etc.  Pero este empeño en prescindir de los mecanismos compartidos para la persecución de los delitos es especialmente dañino porque se nos dice que la Unión no nos sirve y España decide hacer de su capa un sayo. Obras son amores, y por encima de la eficacia están las garantías de los ciudadanos de los que Europa es valedora y siempre, afortunadamente, tiene la última palabra.
Objeto de polémica, a todos los niveles,  es la actitud de la policía autonómica frente a las órdenes judiciales para impedir el referéndum, su relación con las autoridades  catalanas, con la coordinación y con los mandos de los demás cuerpos policiales. Se ha hablado de desconfianza hacia la policía catalana porque las policías estatales recogieron información  sobre centros de votación en los días previos al 1 de octubre, por ejemplo. Y se ha hecho frente a esa desconfianza mostrando la postura de la policía catalana de respeto a las decisiones judiciales y a la ley, mostrando el malestar existente en estas fuerzas del orden al observar la deriva de ilegalidad que emanaba de las actuaciones de la Generalitat y relatando los intentos para que el poder político detuviera el referéndum. Hay que hacer constar que se le dijo a la policía autonómica, por parte de los dirigentes de la Generalitat,  "que hiciera su trabajo", que  es cumplir la ley. Es notable el esfuerzo de las dos partes por convencer a los demás de sus tesis: por un lado las policías estatales, sus mandos políticos y operativos, sobre la falta de disposición de las fuerzas autonómicas y su deslealtad; y por el otro los mandos de la policía autonómica desmarcándose de las intenciones secesionistas de los dirigentes políticos. Como prueba de esto último el titular (que tan bien viene a los medios de comunicación de masas): la policía autonómica tenía un plan para detener a Puigdemont.
El presidente del tribunal no suele interrogar a los testigos, pero en esta ocasión, amparado por la ley, cuando terminó la intervención  de todas las partes, utilizó su derecho para hacer una sola pregunta al máximo responsable de la policía autonómica durante el desarrollo de los hechos que se juzgan: ¿cuál era el motivo por el que el testigo, el señor Trapero, solicitó una reunión, a la que se había hecho mención con anterioridad, con los máximos responsables de le Generalitat? (Respuesta: intentar que se parara el referéndum, esencialmente.) Esta pregunta muestra el gran interés del tribunal por delimitar claramente la responsabilidad de los hechos y distinguir la actuación política de la policial. Pistas de por dónde pueden ir las conclusiones. Algún día llegarán. De acá y de allá.


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