viernes, 4 de octubre de 2019

El juicio de ZD: y 19. Asuntos marginales (II) La importancia de los detalles


El momento más sublime del juicio se produjo con la intervención de una experta en lingüística, propuesta para explicar los posibles significados de una expresión en catalán al traducirla al castellano. ¡Qué delicia escucharla! ¡Qué propiedad en el hablar! Una lástima que su intervención durase tan poco. Se podía estar disfrutando de su dicción, de su precisión, durante horas sin cansarnos.
A otro nivel de anécdota nos encontramos con los momentos de gloria de la marca de agendas Moleskine, que deben ser que visten mucho en los círculos políticos. Yo pensaba, ajeno a ese mundo de la marca de postín, que eso de la agenda Moleskine, tan mencionada en la vista,  sería algo así como un plan, una hoja de ruta, de algún pensador o teórico de la autodeterminación, pero me caí del nido cuando en unos importantes grandes almacenes las agendas Moleskine tienen expositor propio, separado de las agendas del montón. En ese momento me di cuenta de que, lógicamente, el proceso de secesión catalán no podía tener relación con una agenda corriente y moliente y que en esto de las agendas también existe la pijada.
Anecdótico también fue el error de una de las abogadas  del Estado cuando se dirigió al presidente del tribunal rebajando el tratamiento a ilustrísimo, en lugar de excelentísimo. Craso error, que todavía hay clases, cometido después de que el presidente ejerciera su autoridad cortando o reconduciendo con firmeza la intervención de la abogada. Cosas del subconsciente.
Este asunto de los tratamientos habría que analizarlo y plantearse qué función tienen hoy día unos protocolos nacidos en otras épocas en donde las sociedades se encontraban muy mediatizadas por las clases, las categorías y las castas. Me pareció digno de caricatura presenciar a dos personas llamándose recíprocamente “excelentísimo señor”.  La verdad es que esos tratamientos quedan anacrónicos, reductos nostálgicos de tiempos pasados en donde la igualdad entre ciudadanos no se concebía. Quizá el día que España sea una república, y nadie sea más que nadie, se abandonen esos protocolos.
Entre tanto tratamiento, resulta chocante, y a mí me parece escandaloso, que el encargado de manejar la transmisión de la señal de la sala fuese simplemente “Paco”. Este grado de familiaridad es impropio de la solemnidad de un juicio de estas características. Por muy conserje, ujier o lo que sea,  por muy abajo que se encuentre alguien en estas divisiones sociales que manejamos, esa persona se merecía un “señor” seguido de “conserje”, “técnico” o lo que quiera que fuese. El hecho de dirigirse a él en público como “Paco”, a secas, denota una importante falta de estilo o un clasismo galopante, que todo puede ser. O todos somos don Francisco o todos somos Paco. Elijan.
Hablando de otra cosa menos seria: dada la categoría de la sala me sorprendió una afirmación/pregunta de uno de los fiscales, refiriéndose a los avisos  previos que se producían para dar cuenta de la llegada inminente de convoyes de la policía. El fiscal dijo algo así cómo: “o sea, para dar el queo”. Esperé que siguiera con la jerga en su intervención y saliese a relucir “el trullo” o “la pasma”. Hubiera estado simpático, pero no pasó de ahí, aunque de esta manera fuimos conscientes de su dominio en el manejo de diferentes registros.
Terminamos. No hay detalle el que no se pueda aprender y del que no se puedan sacar conclusiones. Esos detalles pueden decir más que las trilladas grandes palabras y son más significativos que muchas parafernalias ancladas en la tradición. Todo importa.

Aldeabitácora agradece al Zorro Desenmascarador el trabajo realizado durante meses para darnos su visión de este juicio y por aportar su grano de arena a la Verdad y a la Justicia. Esperamos contar con este héroe en más ocasiones. De nuevo: GRACIAS.

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