martes, 19 de febrero de 2019

El juicio de ZD: 1.Contando la película


Aldeabitácora ha conseguido la colaboración de ZD, el Zorro Desenmascarador, para realizar un seguimiento del juicio que comenzó recién en el Tribunal Supremo de España sobre el intento de secesión de Cataluña. No se trata de un serial periódico sobre las sesiones de la vista. ZD nos transmitirá sus pensamientos, opiniones y comentarios cuando lo considere necesario para que resplandezca la justicia y la verdad o cuando su reflexión signifique el fomento de la capacidad de discernimiento y la comprensión de la sociedad actual. Justicia y verdad: son las señas de identidad de este caballero andante del siglo XXI con unos ideales compartidos con Aldeabitácora.

Los ciudadanos que pueden seguir de primera mano, en directo, lo que se dice en el juicio que ha empezado en el Tribunal Supremo de España contra los acusados de intentar la independencia de Cataluña son dignos de felicitación. Es para recibir la enhorabuena si se tiene la  posibilidad de poder prescindir de titulares y resúmenes que, en ocasiones con intención y en ocasiones por prisa o impericia, nos darán una visión sesgada de lo que realmente ocurrió y se dijo. Nos podrían presentar como importante lo nimio e intrascendente, intentando que el lector, oyente o espectador, se forme una idea errónea del clima o de la actitud de los intervinientes; y, por supuesto, excluyendo del titular o del resumen circunstancias relevantes que tienen que ver directamente con los hechos juzgados. 
Falta mucho para alejar las viejas costumbres de manipulación informativa, por más que resulte del género tonto arriesgarse a hacer el ridículo con trucos de edición cuando tantas personas pueden conocer lo que sucede sin necesidad de que se lo cuenten y, además, comentarlo.  Por muchos riesgos que supongan las redes sociales, por mucho que nos adviertan de influencias procedentes de China o de Rusia para crear opinión y dirigir nuestras decisiones políticas, no cabe duda de que la posibilidad de conocer  sin intermediarios eleva la democracia a niveles superiores de calidad. Como nos han obligado a dudar de todo lo que se nos cuenta, a solo creer si metemos la mano en la herida del costado, con esto de las cuentas falsas que alguien envía desde las estepas de Siberia se llega a pensar si tratan de asustarnos exagerando la influencia de tales ciberataques: la manipulación de la manipulación.
Todavía, como reminiscencias de una decadente aristocracia cultural, se pueden encontrar gentes que abogan por las clases dirigentes, por los líderes, por los “imprescindibles”  entendidos que dirán a la gente lo que les conviene y lo que deben pensar. Cuando se tilda a alguien, a una actitud, a un movimiento, de populista, en el sentido en que se utiliza en la actualidad, se está demostrando un talante profundamente antidemocrático, aparte de indicar una necesidad de creerse superior. ¿Existe algo más populista que confiar el destino de pueblos y naciones a la decisión que toman los ciudadanos al depositar su voto en la urna? Ciudadanos con distintos niveles de conocimiento, de experiencias, de habilidades intelectuales, de capacidad de comprensión de mensajes políticos, de altruismo, de intereses económicos, etc., toman decisiones y condicionan la vida de sus semejantes. A los que no se les cae de la boca el casi insulto “populista” les gustaría, en el fondo, volver a restringir la capacidad de decisión para entregarla a ciertos grupos considerados superiores.
Lo que pude ver en el juicio a los líderes del independentismo catalán fue un aviso, una advertencia del presidente del tribunal para que no se volviera a producir la carcajada que a alguien se le escapó, seguramente producto de la tensión o del nerviosismo,  sin que el interrogado diera pie a tal jocosidad. Esto se elevó a la importancia de titular en  el que se decía que el presidente “amenazó” con desalojar, para dar la impresión, seguramente, de que no se tomaba al tribunal en serio. Por eso esos titulares no utilizaron “avisó” ni “advirtió”. Nada más lejos de la realidad: los interrogados, intervinientes y público mostraron una actitud absolutamente respetuosa.
También he comprobado cómo no se ha destacado suficientemente la calificación que Forn hizo de la versión de uno de los fiscales referente a la salida de componentes de la comisión judicial del edificio público rodeado por manifestantes. Lo que para el fiscal era “una salida por los tejados”, imagínense la situación, el procesado aclaró que se trató de superar un pequeño muro de algo más de un metro, y no pudo evitar decir que en la Fiscalía mostraban los hechos de forma “peliculera”. Demoledor.
Forn contestó con rotundidad, por derecho, sin subterfugios ni evasivas sobre lo que fue y lo que no pasó, lo que sabía y lo que le era desconocido, con argumentos convincentes y sin amilanarse ante un fiscal empeñado en negarse a sí mismo lo que acababa de decir. Un fiscal que, lejos de lo que cabía esperar, utilizó algunos argumentos de base jurídica y política bastante simples y poco elaborados en la jornada previa al comienzo de los interrogatorios: “Segovia no es de los segovianos ni Zaragoza de los zaragozanos”, dijo como ejemplo de ilegitimidad del supuesto derecho de audeterminación de los catalanes. Sobre ese “es” habría mucho que decir, aunque solo sea desde el punto de vista filosófico. Si decimos “es de” todo se aclara mucho más porque ese “de” lo hemos aprendido de maravilla, desde niños. ¿De quién es Segovia? Segovia es Patrimonio de la Humanidad. Me van a perdonar la demagogia, pero quizá nos ayude a reflexionar: Segovia no es de los segovianos, pero pazos, latifundios y fortunas crecidas al calor del mando de un estado dictatorial surgido de una rebelión contra un poder democrático tras una cruenta guerra civil seguida de represión, de la que no se privaban de fusilar, sí “son de”. Segovia y Zaragoza son de todos los españoles; para otras cosas no somos tan comunistas .Un fiscal afirmando como ciertos hechos sobre vehículos policiales dañados y llamadas telefónicas realizadas, y un acusado desmontando con facilidad esos argumentos. No sé si cargar las tintas de esa manera por parte de la Fiscalía para justificar su calificación de los hechos es procedente. Podrá convencer al tribunal, pero a mí no me ha convencido.
Junqueras: contestó, a placer,  a las acusaciones sin escucharlas, nos privó de un toma y daca tan interesante como el del interrogatorio de su compañero Forn. Volvimos a escuchar los argumentos del independentismo catalán y su talante  no violento y recalcó el carácter  pacífico de sus discursos y escritos. Hasta se calificó de buena persona, con lo que entró en el terreno de buenos y malos del que, supongo, el tribunal saldrá echando chispas. Tuve la misma sensación que cuando el  expresidente del gobierno que apoyó la guerra en Irak nos espetó “créanme” al no poder encontrar más razones que su credibilidad y su buena voluntad.



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