Podría escribir sobre los centros de internamiento, o relatar la desesperación de las personas ante el peso de la burocracia.
Quizás contar cómo el encuentro entre dos seres humanos puede ahogar su
existencia o llenarlos de felicidad.
Podría hablar de la satisfacción del trabajo
basado en la búsqueda de lo mejor para otros; de la amistad anclada en
la lucha común; del engaño utilizado como tabla de salvación; de lo enfermizos
que son algunos ambientes laborales. Y
de la bondad, y de quien devuelve mal por bien.
Podría hacerte pensar en los que tardan años en llegar a un destino incierto para retornar a la indignidad en
horas; en la furia ante la injusticia o en el trabajo pagado con limosna y sin
derechos. Y, tal vez, podría hablarte del amor: quizá presente mientras estás
encerrado aguardando a que un funcionario
decida el destino, a la espera en la mirada del trabajador o la trabajadora
social que intenta comunicarse contigo, buscándote en tu lugar de trabajo, tomando
la amistad como punto de partida, llegándote en la travesía hacia el primer
mundo. Ojalá que el bueno de Bob Marley tuviera razón.
Samba, "me llamo Samba, como el baile", situaciones dramáticas
mezcladas con amor, buen humor, risas y mensajes positivos.
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