La semana pasada el Ateneo de Madrid organizó un encuentro sobre terrorismo y Derechos Humanos. Para ello la veterana institución cultural contó con expertos pertenecientes a ONGs y con miembros de estamentos
judiciales españoles. Por lo interesante del tema y porque las ideas que se
expusieron merece la pena conocerlas me he tomado la libertad de realizar un
resumen de las intervenciones.
En primer lugar se señaló que el terrorismo es lo contrario
a los Derechos Humanos porque es imponer las ideas con violencia, pero que no
procede responder a esa violencia con más violencia. Y, desde el punto de vista
de los jueces, es importante que no se vea a los terroristas como enemigos, puesto
que los servidores de la justicia no combaten, solo aplican el ordenamiento
judicial. Este ordenamiento, se dijo, depende de los legisladores y es muy
importante que los ciudadanos actúen con responsabilidad a la hora de elegir a
sus representantes políticos.
También se destacó, en este acto, la relatividad del
concepto de terrorismo, ya que puede variar en el tiempo en función de una
situación concreta. Criticando, más adelante, la definición de terrorismo en la
actual legislación española por ser poco precisa (poniendo esta afirmación en
boca de “expertos”), señalando que, en ocasiones, hay legislaciones que
permiten imputar por terrorismo a capacidades de actuar, al visionado de vídeos
con actos terroristas o a informarse sobre atentados o sobre ideología de
grupos violentos. Esto puede llevar, se dijo, a criminalizar el humor negro y
los comentarios descontextualizados. Añadiendo: los procedimientos procesales
extraordinarios hacen más fáciles los malos tratos y las torturas; los jueces
son garantía ante el uso de ciertos recursos, pero en ocasiones se ven
desbordados en el control de los
servicios de inteligencia, con sistemas “no muy distintos al de Rusia”.
Abundando en ello, se afirmó que no nos debe dejar indiferentes que se
controlen las comunicaciones de las personas porque no se debe pagar el precio
de los Derechos Humanos para combatir al terrorismo.
Más adelante se comparó la respuesta a los atentados del 11S
en Estados Unidos y los más recientes de París frente a los atentados del 11 de
marzo en Madrid para afirmar que en España primó el respeto a los Derechos
Humanos, mientras que en otros casos se
prefirió una respuesta violenta, olvidando el derecho, interceptando comunicaciones
incluso de aliados, o respondiendo con bombardeos. Se pusieron como ejemplo las
circunstancias de Afganistán, Irak o Libia, donde se ha ido a peor.
La experiencia ante terroristas yihadistas sirvió para poner
de manifiesto que este tipo de terrorismo requiere adoctrinamiento y
preparación ideológica con importantes aparatos de captación y propaganda,
siendo una de sus características la exaltación de supuestos agravios de
Occidente, y que las respuestas violentas y al margen del derecho, “como
Guantánamo”, generan más violencia.
Durante este acto se lamentó la limitación, desde el año
2014, de la jurisdicción universal, porque era una buena forma de combatir al
terrorismo.