viernes, 20 de febrero de 2015

Test de comprensión lectora

Vamos a realizar hoy un test de comprensión lectora. Se va a utilizar el texto de la entrada anterior. Debes seguir las siguientes instrucciones.
·         Lee con atención el texto las veces que sean necesarias, teniendo en cuenta que se te va a preguntar por la idea principal y por las secundarias que el autor ha querido transmitir. No te preocupes si hay algún aspecto que no recuerdas, no es un test de memoria, es de comprensión, y puedes tener el texto a la vista y repasarlo cuanto quieras.
·         Indica cuáles son esas ideas. Para facilitar la elección se ofrecen tres alternativas; elige la que consideres que corresponde; solo es válida una respuesta. Anótala. (Recuerda que no se trata de decidir si las proposiciones son ciertas o falsas, sino lo que el autor ha querido comunicar.)
·         Compara tus opciones elegidas con la solución al test que figura al final.
·         Se admite un error en la elección de una idea secundaria, ¡enhorabuena!  Si hay más fallos, la prueba no se ha superado y deberás practicar en casa con otros textos.

TEXTO

Según cuentan, Corea del  Norte es un país militarizado, considerado a sí mismo en guerra con  Estados Unidos. Para un gobierno, instalar en la población la sensación de conflicto bélico le permitirá aplicar medidas de control de los ciudadanos y justificar, apelando a la defensa o a la prevención, acciones violentas.
Con demasiada frecuencia observo el uso machaconamente repetido del término “guerra” para designar situaciones al margen de esa forma violenta de dirimir que es  la lucha armada. Sabiendo que “guerra” se pueda utilizar por extensión como “cualquier clase de lucha o de pugna entre personas” y figuradamente: “acción encaminada a destruir o poner fin a algo”, creo que la insistencia en utilizar ese término, aunque sea sin intención de manipular, puede llevar a las personas a considerar determinados hechos como guerra, moviendo a la gente a actuar como si verdaderamente ese conflicto, más o menos violento, se estuviese produciendo. No descubro nada nuevo si advierto que determinadas palabras difundidas regularmente van creando asociaciones mentales capaces de dar por sentados hechos, teorías e intenciones.  Conocemos las técnicas utilizadas por la propaganda. Eso no quiere decir que tal manipulación no pueda ser legítima, pero a lo que voy es a señalar que si se usa el término “guerra” se haga con conocimiento de causa: un uso exagerado e impropio puede tener consecuencias no deseadas.
Para Clausewitz  (1780-1831), docto en la teoría de la guerra, de importante influencia hasta nuestros días, la guerra es un duelo a escala vasta y , ese duelo, tiene como objetivo someter al otro contra su voluntad; su fin a corto plazo es abatir al adversario para hacerlo incapaz de resistirse.
Supongamos dos entes, el “A” y el “B”. El primero pretende someter al otro contra su voluntad, pero el segundo no pretende que “A” realice ninguna acción  ni sometimiento. Puede, incluso, que “B” no responda a la provocación. Está claro que el fenómeno va en un sentido, no en ambos. Un ejemplo de esta situación podría ser la extorsión sufrida por determinados comerciantes. ¿Es una guerra? No lo es. Si hay que aplicar un término sería “acoso”, porque más bien el hecho sería “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona” y figuradamente: “importunar, perseguir o fatigar a uno con molestias y trabajos”. Está claro que no es lo mismo buscar solución a una guerra que a algo que no lo es, aunque se lo llamemos.
Es cierto que hasta ahora me he referido al uso del término “guerra” en su sentido más belicoso. Hay otros, como se ve más arriba. Veamos el uso de “pugna” o  ”lucha” por extensión de “guerra”: siendo la pugna una “oposición entre personas, partidos o naciones”, interpreto una intención mantenida por oponerse y tampoco se podría aplicar en un solo sentido. A no ser, rizando el rizo, que la defensa ante una acción intimidatoria, se considere pugna o lucha. Si al retirar dinero de la caja intentan quitártelo podrás pugnar y hasta luchar, ¿estás en guerra? ¿Cuál es la solución adecuada? ¿Negociación para terminar la guerra?
Pasemos al sentido figurado: “acción encaminada para destruir o poner fin a algo”. Está claro que si no hay intención de destruir no hay guerra. Es verdad que se puede declarar la guerra al delito, al hambre, al cambio climático, a la corrupción y a todo lo que a uno se le pueda ocurrir, pero son guerras conceptuales; denotan una intención clara, con todos los medios posibles para conseguir el efecto. Es evidente que referirse a esta clase de guerras no implica sesgo susceptible de utilizarlo para manipular.
Espero que lo escrito, también en otras ocasiones, no se considere acción bélica para someter a alguien, ni para pugnar o luchar. Es, simplemente, pretender,  según mi criterio, que se utilicen los términos con propiedad y para recordar la responsabilidad que tienen todas las personas en sus acciones y omisiones. Yo no estoy en guerra

¡Vaya! Nos hemos puesto serios cuando The Interview es una broma de principio a fin girando en torno a la interpretación de James Franco. Película con guiño a Con faldas y a lo loco en su escena final, que tuvo la habilidad de ponerme de buen humor.


IDEA PRINCIPAL
          A)     Clausewitz fue un importante estudioso de la teoría bélica.
          B)      Con las palabras expresamos la realidad y el acoso, en la que el acosado solo trata de defenderse con  pocos medios,  no es una guerra.
          C)      El autor del texto ha ido al cine.

IDEA SECUNDARIA  1
A)     No es bueno el uso de metáforas que a base de repetirlas pueden distorsionar la verdadera índole de la situación.
B)      La manipulación puede ser legítima como medio de propaganda.
C)      Hay significados propios, impropios, por extensión y figurados.

IDEA SECUNDARIA 2
A)     La sensación de estar en guerra puede justificar medidas extraordinarias por parte de los gobiernos.
B)      Corea del Norte es un país militarizado.
C)      Para que haya conflicto bélico basta que un país se considere en guerra.

IDEA SECUNDARIA 3
      A)     El acosado quiere cambiar la situación aunque no lo llame guerra.
B)      El uso de las medidas de la justicia es una guerra.
C)      En caso de intimidación se tiene derecho a la defensa.

IDEA SECUNDARIA 4
A)     El autor no utiliza la escritura como arma de guerra.
B)      El autor no está en guerra.
C)      El uso de la palabra genera una responsabilidad.

IDEA SECUNDARIA 5
A)     En el texto existe un mensaje subliminal en el que se viene a decir que los escoceses están locos por llevar falda.
B)      Interview es una película de humor.
C)      El dictador caricaturizado en Interview bien podría ser Franco.

SOLUCIONES

PRINCIPAL:   B

I.S. 1:  A

I.S.2:   A

I.S.3:   A

I.S.4:   C

I.S.5:    B

martes, 17 de febrero de 2015

James Franco en "The Interview", dirigida por Goldberg: "¿Quién va a ir a América, donde no se comen los perritos?"

Según cuentan, Corea del  Norte es un país militarizado, considerado a sí mismo en guerra con  Estados Unidos. Para un gobierno, instalar en la población la sensación de conflicto bélico le permitirá aplicar medidas de control de los ciudadanos y justificar, apelando a la defensa o a la prevención, acciones violentas.
Con demasiada frecuencia observo el uso machaconamente repetido del término “guerra” para designar situaciones al margen de esa forma violenta de dirimir que es  la lucha armada. Sabiendo que “guerra” se pueda utilizar por extensión como “cualquier clase de lucha o de pugna entre personas” y figuradamente: “acción encaminada a destruir o poner fin a algo”, creo que la insistencia en utilizar ese término, aunque sea sin intención de manipular, puede llevar a las personas a considerar determinados hechos como guerra, moviendo a la gente a actuar como si verdaderamente ese conflicto, más o menos violento, se estuviese produciendo. No descubro nada nuevo si advierto que determinadas palabras difundidas regularmente van creando asociaciones mentales capaces de dar por sentados hechos, teorías e intenciones.  Conocemos las técnicas utilizadas por la propaganda. Eso no quiere decir que tal manipulación no pueda ser legítima, pero a lo que voy es a señalar que si se usa el término “guerra” se haga con conocimiento de causa: un uso exagerado e impropio puede tener consecuencias no deseadas.
Para Clausewitz  (1780-1831), docto en la teoría de la guerra, de importante influencia hasta nuestros días, la guerra es un duelo a escala vasta y , ese duelo, tiene como objetivo someter al otro contra su voluntad; su fin a corto plazo es abatir al adversario para hacerlo incapaz de resistirse.
Supongamos dos entes, el “A” y el “B”. El primero pretende someter al otro contra su voluntad, pero el segundo no pretende que “A” realice ninguna acción  ni sometimiento. Puede, incluso, que “B” no responda a la provocación. Está claro que el fenómeno va en un sentido, no en ambos. Un ejemplo de esta situación podría ser la extorsión sufrida por determinados comerciantes. ¿Es una guerra? No lo es. Si hay que aplicar un término sería “acoso”, porque más bien el hecho sería “perseguir sin darle tregua a un animal o a una persona” y figuradamente: “importunar, perseguir o fatigar a uno con molestias y trabajos”. Está claro que no es lo mismo buscar solución a una guerra que a algo que no lo es, aunque se lo llamemos.
Es cierto que hasta ahora me he referido al uso del término “guerra” en su sentido más belicoso. Hay otros, como se ve más arriba. Veamos el uso de “pugna” o  ”lucha” por extensión de “guerra”: siendo la pugna una “oposición entre personas, partidos o naciones”, interpreto una intención mantenida por oponerse y tampoco se podría aplicar en un solo sentido. A no ser, rizando el rizo, que la defensa ante una acción intimidatoria, se considere pugna o lucha. Si al retirar dinero de la caja intentan quitártelo podrás pugnar y hasta luchar, ¿estás en guerra? ¿Cuál es la solución adecuada? ¿Negociación para terminar la guerra?
Pasemos al sentido figurado: “acción encaminada para destruir o poner fin a algo”. Está claro que si no hay intención de destruir no hay guerra. Es verdad que se puede declarar la guerra al delito, al hambre, al cambio climático, a la corrupción y a todo lo que a uno se le pueda ocurrir, pero son guerras conceptuales; denotan una intención clara, con todos los medios posibles para conseguir el efecto. Es evidente que referirse a esta clase de guerras no implica sesgo susceptible de utilizarlo para manipular.
Espero que lo escrito, también en otras ocasiones, no se considere acción bélica para someter a alguien, ni para pugnar o luchar. Es, simplemente, pretender,  según mi criterio, que se utilicen los términos con propiedad y para recordar la responsabilidad que tienen todas las personas en sus acciones y omisiones. Yo no estoy en guerra.
¡Vaya! Nos hemos puesto serios cuando The Interview es una broma de principio a fin girando en torno a la interpretación de James Franco. Película con guiño a Con faldas y a lo loco en su escena final, que tuvo la habilidad de ponerme de buen humor.



jueves, 12 de febrero de 2015

"Las amistades peligrosas", de Laclos. Versión de Patiño y Facal

―Está bien, ¿verdad?
—Ya lo creo. Un montaje extraordinario. Original y muy bien interpretada.
―Es un magnífico contraste el que se da con los trajes de época y el saxo, la batería…
—Sí. La música es un actor más.
―Me alegro mucho de haber venido. Habría sido una lástima que nos la hubiéramos perdido. Así da gusto venir al teatro.
—Pues la idea fue tuya.
—Es curiosa la mezcla de amor, deseo y sexo que se pone de manifiesto; y cómo se utiliza para conseguir otras cosas, como la venganza. A veces cuesta delimitar amor y deseo.
—Yo creo que el amor y el deseo  comienzan de forma parecida: hay una alteración producida por la persona objeto de ambos fenómenos. En algún lugar de la mente se produce una especie de comezón por algún ser. Incluso por alguna cosa, por ejemplo, se puede desear una droga, aunque se odie porque sabemos que nos hace daño. Yo diría que el deseo es el afán de poseer algo, de que entre , eso que deseamos,  en nuestro radio de acción y que forme parte de nosotros.
―Pero si el deseo es un afán, ¿qué sucede cuando se logra lo que se desea?
—El deseo muere cuando se logra. Pero el amor está siempre insatisfecho. Cuando se desea, lo que se quiere es que el objeto se aproxime a nosotros, que acuda hacia mí; es pasivo para el que desea. El amor es todo actividad, yo voy hacia el objeto y estoy con él. Cuando se ama se sale fuera sí mismo, se gravita hacia otra persona. Podría decir que el deseo es centrípeto y el amor centrífugo: del amante a lo amado. En el amor se va psíquicamente hacia el amado permanentemente y es el síntoma más decisivo de lo que una persona es.
―Me imagino que ese ir que tú dices no solo se refiere a hacerlo físicamente.
—Claro. No se trata de aproximarnos o convivir, el amor es una intimidad psíquica, del espíritu; es un fluir constante de materia anímica. No es un golpe único, es una corriente.
―Sí, eso que dices se ve perfectamente en la obra: cuáles son los que desean y los que se enamoran. Lo que sucede es que los que sienten amor también desean la unión sexual.
—La desean, pero no se puede decir que sea eso lo que desean. De hecho, los más enamorados dicen que, al menos en principio, no sentían deseo sexual. Ten en cuenta que en el enamoramiento se produce un encantamiento por una perfección, no en términos absolutos, sino por algo que el otro tiene mejor que el resto, una cualidad que sobresale. También es verdad que el enamoramiento se perfecciona por la unión, también la sexual. Quizá deberíamos distinguir entre instinto sexual y amor sexual.
―Yo creo que no es fácil ni corriente sentir solo atracción física. Sobre la diferencia que tú dices se me  ocurre que el instinto sexual es anterior al objeto. Se siente antes de conocer a la persona que lo va a satisfacer, y se podrá consumar con cualquiera, si tus razones morales o las circunstancias no te lo impiden. No es la búsqueda de la perfección.  Para mí, el amor sexual es entusiasmo hacia otro; hacia su cuerpo, pero también hacia su alma. No está previamente, lo suscita otro ser y, además, una cualidad de él.
—Mira, ahí está el coche.

Las ideas plasmadas sobre el amor, el deseo y el instinto sexual son una recreación de los pensamientos de Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el amor.
Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos, en versión de Patiño y Facal se representa en Las Naves del Español, Matadero, Madrid, hasta el 8 de marzo.


martes, 10 de febrero de 2015

Por la calle de enmedio

Vaya usted a saber por qué, pero a mí lo que me llama hoy, para juntar letras, no es la política ni  los relatos inspirados por eventos. Vamos a ver qué tal me sale, porque las musas tienen vida propia, son autónomas;  si te obsesionas con ello, no funciona.

Conozco a un gurú muy particular, como suelen ser los gurús, al que, ¡vete tú a saber qué trauma infantil le aquejaba!, no le agradaban las imposiciones ni las condiciones. Tenía pocos amigos, la verdad, quizá yo fuese el único;  y, de vez en cuando, solo de vez en cuando, me enviaba mensajes. Había de todo: reflexiones, poemas, fotografías, dibujos…
"No me gustan tus blancos o negros, ni  el “lo tomas o lo dejas” con el que me adviertes. ¡Qué poco me importan tus tesis, tus hipótesis y tus corolarios! Si me quieres imponer “A”, elegiré  “B”. Cuando me obligues a escoger entre Domingo o Carreras, escucharé la música más pachanguera.
Yo no funciono así. Ya te he dicho que las imposiciones no me van, como tampoco el cronómetro de Damocles que dejas pender sobre mi cabeza, ni las varas de medir.
Te equivocaste en lo más grave, y sigues concluyendo, como en un vicio feroz, a partir de palabras y silencios, de comillas, cursivas, mayúsculas y hasta de los signos de puntuación. ¿No te das cuenta, diga lo que yo diga, haga lo que haga, demostrado está, que todo se resume en ascuas y sardinas?  Y no soy el primero que lo avisa.
¿Qué cuestión de estado se juega si son los martes o los viernes? ¿Está mal uno a la semana? ¿Dos, quizá? ¿O mejor cada quince días? Deja que me ría, porque me sigue pareciendo una tontería. A las primeras de cambio, se dan vueltas las tornas, como también se ha dicho. ¡Te conozco, bacalao!
No sé por qué escribo; ni lo sé ni me importa, no soy muy de analizar. Quizá “mientras haya un solo justo”…
Confía en mí, como hacen los amigos, aunque si no es así no te culpo. Mil cosas pueden pasar. Si no actúo como esperas, piensa en lo que me puede justificar, en algo que me pueda absolver: acertarás."
Al terminar de leer el escrito de mi amigo, recordé lo que decían de otro gurú dedicado a las finanzas:   cuando iba a tomar decisiones, una vez recopilados los datos objetivos de las empresas cotizadas, pasaba los días sin consentir que nadie le hiciera ningún comentario de tipo económico; no escuchaba las noticias ni leía los periódicos. Solo, en su despacho, buscaba la mayor objetividad. Nunca realizó una mala inversión.



miércoles, 4 de febrero de 2015

"Las ovejas no pierden el tren", dirigida por Álvaro Fernández Armero

Procuró mantenerse despierta durante toda la noche; su  nerviosismo la ayudó en la vigilia. Quiso convencer a Blanca de marchar juntas, pero ella prefirió permanecer en el  grupo. Había tanta seguridad en que ninguna de ellas tomaría ningún tipo de iniciativa que se dejaba la puerta del recinto apenas trabada. Así pues, comenzando a retirarse la noche, y notando cierta inquietud en las compañeras, decidió que era el momento. Se las ingenió para abrir el portón verde y, viéndose libre, abandonó la instalación a la carrera. Aminoró el paso al encontrarse en las calles del pueblo, todavía sumidas en la obscuridad. Notaba una sensación muy extraña: nunca la habían dejado sola y, al tiempo que caminaba, volvía la cabeza con frecuencia temiendo una persecución. A lo lejos un perro ladró; el corazón se aceleró e imprimió mayor velocidad a su caminar. No dudaba dónde girar ni qué callejuela recorrer; había hecho aquel  viaje miles de veces  en compañía de las demás en pos del terreno donde pasaban el día.  Al doblar una esquina, tuvo un pequeño sobresalto: un gato, al trote, se dirigía a su encuentro. Paró  a la altura del felino, pero este ni siquiera la miró y siguió su camino como si nada.
Cuando tomó el camino de tierra, tras salir del casco urbano, la noche había dejado paso a una claridad tamizada por el cielo nublado. Sentía  hambre y sed, pero no quería que nada la apartase de su objetivo. Desde donde estaba divisó al empleado que ocupaba su puesto en la cabina. Dejó la senda y atravesó el trozo de terreno poblado de altas yerbas; llegó hasta la alambrada; al hilo de esta, buscó el lugar más idóneo, algún hueco pegado al suelo para atravesarla.





 Bajamos hacia la salida, en dirección al túnel  que da paso al vestíbulo de los cines. Tras de nosotros dos voces femeninas opinaban sobre “Las ovejas no pierden el tren”: les había parecido bien. A mí también me ha gustado, especialmente la interpretación.
Los personajes principales forman unidad. Es un punto de vista muy particular, pero bien podría ser un solo sujeto el concebido por el creador, con más o menos acierto, para dotarle de distintas vidas. Órganos diferentes formando un solo cuerpo. Me parece ciertamente ingenioso. La película es una toma de partido sobre situaciones de la vida, sin aventuradas explicaciones psicológicas; el relato es amable, con un buen aprovechamiento, en detalles, de las líneas maestras del guión. Los mensajes están claros y bien construidos, aunque me surge la duda de si el público podrá sacar todo el partido que, potencialmente, presenta  la obra.